El virus SARS-CoV-2 surgió a finales de 2019 en la comunidad china de Wuhan, avanzó a todos los países del mundo y comenzó a elevar las cifras de contagios y muertes de personas de todas las edades y clases sociales… Y no se ha detenido.
Las medidas preventivas que comenzaron a aplicarse para evitar la enfermedad y la muerte han sido las mismas en todo el mundo: uso correcto de cubrebocas, lavado de manos constante o uso de gel con base alcohol y respetar la sana distancia.
Después llegó la revolucionaria vacuna, en distintas marcas, calidades y números de aplicaciones y con ellas, las variantes del virus; hasta ahora la Delta es la que se contagia con más rapidez, incluso a quienes cuentan con la vacuna contra el Covid-19.
Científicos del servicio de sanidad pública de Inglaterra (PHE) coinciden con los resultados de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) de Estados Unidos, en que las personas vacunadas e infectadas con la variante Delta pueden transmitirlo fácilmente, pues esta mutación es tan contagiosas como la varicela.
La variante, altamente infecciosa, se ha convertido en la cepa de coronavirus dominante en todo el mundo, y ha aumentado la incertidumbre sobre la evolución de una pandemia que ya ha matado a más de 4.4 millones de personas, oficialmente.
Se ha demostrado que las vacunas proporcionan una buena protección contra la enfermedad grave y la muerte por Delta, especialmente con dos dosis, pero hay menos datos sobre si las personas inmunizadas pueden seguir transmitiéndolo a otras.
El PHE comentó que otra variante, conocida como B.1.621, detectada por primera vez en Colombia, había mostrado signos de evadir la respuesta inmune desencadenada por las vacunas Covid-19 o por una infección previa.
El PHE la ha calificado “en proceso de investigación”, pero aún no la ha declarado “preocupante”, designación que desencadenaría medidas gubernamentales.
Fuente heraldodemexico.com.mx