Cifras recientes que aparecen en los medios nacionales y locales arrojan datos preocupantes para el país y sus regiones en materia de generación de plazas laborales.
Destaca el periódico el Economista que al cierre de junio la ocupación tuvo su peor desempeño de las dos últimas décadas específicamente del 2005 a la fecha., sobre todo en el mercado informal y de las mujeres.
Según el INEGI en su Encuesta de Ocupación y Empleo, la ENOE la población ocupada se ubicó en 58.9 millones de personas al mes de junio su nivel más bajo desde diciembre del 2023 (59.1 millones).
En pocas palabras se perdieron alrededor de 863,862 plazas de trabajo dada la desaceleración de la actividad económica iniciada en el último trimestre del año pasado repuntando con ello nuestra tasa de desocupación del 2.8%.
Por si fuera poco, nuestra población económicamente activa-PEA ha disminuido sea porque ya no hay más empleo electoral o las emblemáticas obras del sexenio han casi finalizado sobre todo en el sur-sureste del país.
Más aún si le agregamos que las transferencias monetarias del gobierno generan desincentivos en la participación laboral muy a pesar de los incrementos al salario mínimo erosionado por la inflación la cosa resulta harto complicada para el cierre del año.
Pero bueno, una gran mayoría, esto es un 96% de los trabajos perdidos se concentran en el mercado de la informalidad uno de los grandes lastres que acarreamos desde hace varios sexenios ya que los empleos formales, aunque han sido menos de acuerdo a cifras del IMSS no han sido más que 33,471 plazas.
Ahora bien, al interior de las actividades productivas los impactos han sido variopintos siendo el sector industrial el más afectado, no obstante, el milagro del nearshoring el cual arroja números nada elogiables.
Lo digo ya que se han perdido 541,961 empleos esto es alrededor del 63% siendo la industria de la construcción con la mayor caída esto es unas 479,531 plazas ligadas a la construcción de vivienda sobre todo económica la cual ha brillado por su ausencia en este sexenio de la 4T.
Todo esto tiene que ver con políticas públicas que no han incentivado adecuadamente la producción de vivienda ya sea por falta de crédito y financiamiento, falta de suelo y costos al alza no se diga buenos ingresos de la población para comprar su casa.
Según datos de la SEDATU, secretaria encargada del sector traemos ya un déficit habitacional de más de 8 millones de casas y departamentos de los cuales un 20% es de vivienda nueva y el restante 80% en mejoras y ampliaciones de las mismas. Si a esto le sumamos que unos de cada 5 mexicanos viven en asentamientos irregulares el reto habitacional es un talón de Aquiles
Volviendo al asunto que nos atañe, el siguiente renglón que más empleos perdidos reporta es el de servicios con un saldo de 231,538 plazas perdidas.
Le sigue el sector primario que ha venido cayendo con 71,135 plazas que en lugares como Sonora el caso resulta más dramático dada la sequía y los bajos precios internacionales, tipo de cambio y poco apoyo gubernamental entre otros factores.
Hacia el segundo semestre del año, el crecimiento económico y la generación de empleo están en entredicho dado el fin del sexenio y las incertidumbres que esto genera al igual que el panorama recesivo mundial.
Sin duda varios fierros en la lumbre para el siguiente sexenio dado lo acotado del presupuesto público comprometido al tope o cuello con las turbulencias cambiarias y su impacto provocado en el pago del servicio de la deuda creciente heredada.
HE DIXI.