Perspectiva | El costo de agua que no vemos

Cuando escuchamos sobre medidas para ahorrar agua lo que regularmente se nos viene a la mente es: cerrar la llave mientras nos enjabonamos las manos, lavar el auto con una cubeta o utilizar un vaso de agua para enjuagarnos los dientes.

Sin embargo, de acuerdo con datos de la Conagua, el agua que utilizamos en actividades domésticas apenas representa 4% del volumen total que empleamos en todas nuestras actividades.

Así, 96% de nuestro consumo en realidad es indirecto, es decir, nunca vemos toda el agua que utilizamos.

Este 22 de marzo se conmemora el Día Mundial del Agua, un recurso indispensable para la vida humana, pero también para todos los organismos vivos y ecosistemas del planeta.

Por desgracia, el crecimiento de la población mundial y de la actividad económica que realizamos, está alterando drásticamente el ciclo del agua en el planeta y con ello ponemos en riesgo nuestra propia existencia.

Por eso, es importante conocer la cantidad de agua que se encuentra detrás de la elaboración de diversos productos, lo que hoy se conoce de manera simplificada como Huella Hídrica.

Es vital comprender que cada producto agrícola o industrial que compramos en tiendas o supermercados requiere de agua desde su etapa de cultivo, procesamiento, fabricación, transporte e incluso venta.

No tener conciencia de cuánta agua se necesita para generar la carne o el queso fresco que comemos, puede crear una falsa creencia de que vivimos en abundancia de agua y, por lo tanto, que no valoremos este recurso ni tomemos medidas contundentes para cuidarlo.

Por ejemplo, para obtener un kilo de azúcar refinada de caña de azúcar se requieren alrededor de mil 500 litros de agua, ya que la caña de azúcar consume el equivalente a 3.4% (220 mil millones de litros cúbicos) del agua mundial para producción agrícola. En contraste, la azúcar de remolacha requiere menos agua por kilo.

Por otra parte, producir un kilo de café tostado cuesta alrededor de 21 mil litros de agua, por lo tanto, una tasa con 7 gramos de café tostado requiere de al menos 140 litros de agua. En cambio, beber una tasa de té estándar requiere 30 litros.

En el caso del chocolate, para elaborar una barra de solo 100 gramos se requieren 2 mil 400 litros de agua. Esto se debe a que un kilo de pasta de cacao ocupa 33 mil 260 litros de agua, un kilo de manteca de cacao 50 mil 730 litros y 1 kilo de azúcar mil 500 litros de agua. Mientras más alto sea el contenido de total de cacao o si se usa leche en polvo en su elaboración, entonces la barra de chocolate tendrá una mayor huella hídrica.

De acuerdo con la Universidad Politécnica de Madrid, la FAO y la Water Footprint Network, entre los productos que más agua consumen para su elaboración destacan: los jeans de mezclilla que usan entre 2 mil 130 y 3 mil 78 litros de agua, 1 kilo de carne que ocupa entre 5 mil y hasta 20 mil litros, y 150 gramos de naranjas que requieren de 80 litros del vital líquido.

Además, un vaso de leche de 250 mililitros representa el gasto de 255 litros de agua, mientras que una copa de vino de 125 mililitros ocupa 109 litros y un vaso de cerveza de 250 mililitros requiere 74 litros de agua.

Por todo esto, nosotros como compradores tenemos la responsabilidad de saber cuánta agua se utiliza para fabricar los productos de consumo diario y comprender que un patrón responsable de consumo sí puede contribuir, litro a litro, a aminorar la presión sobre los cada vez más escasos recursos hídricos.

Por su parte, los gobiernos pueden utilizar la información para comenzar a legislar regulaciones e invertir en capacitación, infraestructura o mejores prácticas de gestión del agua.

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