Atando cabos | ¿Crisis sexenal en puerta?

Foto ccl.org

Durante estos cuatro años, el gobierno de la 4T ha jurado que ha hecho un manejo responsable de las finanzas públicas del país, pero la terca realidad termina por imponerse sobre los llamados “otros datos”.

Apenas el lunes pasado, el periódico El Universal reveló que la actual administración ha gastado más de 85% de los Fondos de Estabilización de los Ingresos Presupuestarios (FEIP) y de las Entidades Federativas (FEIEF).

Esto significa que dichos fondos que alcanzaron los 323 mil millones de pesos al inicio de la actual administración. Al pasado 30 de junio solo tenían en sus arcas poco menos de 46 mil millones de pesos.

En otras palabras, el actual gobierno federal gastó en menos de cuatro años un total de 277 mil millones de pesos, producto de 20 años de ahorros. Esto es un promedio de 6 mil 442 millones al mes; 214 millones por día; 9 millones cada hora.

Por otra parte, también se ha asegurado públicamente que la deuda federal no ha aumentado y está bajo control. Nuevamente, los datos reales cuentan otra historia.

A julio de 2022, la deuda pública federal alcanzó un nivel bruto récord de 14.15 billones de pesos, esto es 3.13 billones de pesos por arriba de los 11.02 billones en que se encontraba en diciembre de 2018.

Ahora para el Paquete Económico 2023, el gobierno federal solicita nueva deuda por 1.2 billones de pesos adicionales, por lo tanto, para finales de 2023 el endeudamiento de la 4T podría superar los 4 billones de pesos.

Lo peor es que estos recursos tomados de los ahorros de fondos federales y la nueva deuda, no se han reflejado en mayor inversión o mejores servicios públicos.

También según datos de la propia Secretaría de Hacienda, la inversión del sector público federal en 2021 fue de apenas 2.6% del Producto Interno Bruto (PIB), sin cambios respecto a 2018, y muy por debajo del 4.4% de 2011 o el 4.7% de 2014.

Tan bajos están los niveles de inversión federal, que estos se encuentran en la misma proporción que el costo de la deuda, que también es de 2.6% del PIB. Pero pese a que gastamos lo mismo en deuda que en inversión, aun así, el gobierno de la 4T continúa endeudando más al país.

Pero si no se está gastando más en la construcción de carreteras, hospitales o escuelas, entonces ¿en qué se está gastando realmente la nueva deuda y los ahorros que tomó el gobierno federal?

El dinero tampoco ha ido a mejorar los servicios para los ciudadanos. Las medicinas brillan por su ausencia en los hospitales, y programas como el de Escuelas de Tiempo Completo o Estancias Infantiles fueron eliminados. Por eso, ¿a dónde están yendo a parar esos billones de pesos?

Ante la falta de una respuesta oficial, no queda más que especular que ese dinero se está yendo a los programas asistencialistas del gobierno federal, así como a las costosas y muy cuestionadas obras prioritarias del Tren Maya o la Refinería de Dos Bocas.

Pero en el fondo, estas cifras lo que nos alertan es que el gobierno de la 4T está gastando mucho más de lo que sus ingresos se lo permiten, y estas “borracheras de gasto” ya sabemos que terminan muy mal, generalmente en una crisis económica sexenal.

Nos sucedió en 1994, cuando el gobierno de Carlos Salinas se acabó las Reservas Internacionales para evitar en su administración una devaluación.

También nos sucedió en 1982, cuando López Portillo se dedicó a despilfarrar los recursos de la bonanza petrolera y al caerse los precios del crudo, el gobierno se quedó con los bolsillos vacíos.

Por eso algunos economistas y expertos señalan que podríamos estar a las puertas de una crisis fiscal y económica de fin de sexenio.

El gobierno de López Obrador ya está entrando en su recta final. Tiene 2 años para enmendar el camino y evitar una crisis de fin de sexenio o que se la herede sucesora o sucesor.

Las implicaciones de una crisis sexenal para el común de los mexicanos serían incalculables, después de un sexenio sin crecimiento y alta inflación. Lamentablemente, la mayoría de los mexicanos estarán desprevenidos y no sabrán lo que realmente sucede hasta que la crisis nos estalle en la cara a todos.

*El autor es economista y experto en estadística.

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