Soberanía alimentaria… Caso maíz

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Actualmente, nuestro país es un importante productor de granos, específicamente maíz, del que se producen alrededor de 27 millones de toneladas, 24 de maíz blanco y 3 de amarillo.

Mientras tanto, el consumo nacional asciende a 45 millones de toneladas requiriéndose importar más, menos 20 millones anuales. Dependemos pues del exterior en maíz y aceites algo así como la mitad de lo que consumimos.

Una ventana de oportunidad sería, por ejemplo, la siembra del maíz amarillo el cual se transforma en más de mil ingredientes a utilizar en industrias varias como la de alimentos y bebidas o hasta la de cosméticos.

De este producimos 15% de lo que consumimos y con la crisis bélica entre Ucrania y Rusia, la escasez, sequía y desabasto no se diga el alza desmesurada del precio del mismo sería rentable su siembra sobre todo en varios estados del sur y sureste del país.

De acuerdo con la Cámara Nacional de Maíz Industrializado-Canami- para dejar de ser deficitarios en maíz amarillo se requiere un horizonte de entre 5 y 10 años.

Hay varios estados apuntados según la Canami como Veracruz, Tabasco, Campeche, Yucatán y Chiapas que cuentan con suelo y disponibilidad de agua con que iniciar dicho cultivo, insumo básico para producir, huevo, carne, leche y tortillas.

Como sabemos son productos con alta influencia en nuestra canasta básica y es necesario fortalecer su producción nacional. Obvio que para ello hay que aumentar su bajo rendimiento que apenas supera las 2 toneladas por hectárea.

Cierto, hay que pasar de las 2 a las 11 toneladas por hectárea de una entidad como Sinaloa que, gracias a buena semilla, fertilizante, herbicidas, tecnificación, crédito oportuno, buen uso del agua, empuje y organización, lo hizo posible.

Pero bueno, si queremos ser autosuficientes o alcanzar la soberanía alimentaria empecemos con aumentar la productividad de los cultivos haciendo un lado prejuicios e ideologías.

Necesitamos tomar en cuenta la evidencia científica recabada por la FAO de las Naciones Unidas para incrementar la producción de granos para lo cual se requiere utilizar entre otros buenos fertilizantes y herbicidas léase glifosato sin el cual se pierde hasta el 40% de los cultivos.

Ahora bien, son pocos los países con elevada autosuficiencia alimentaria por mencionar algunos están Canadá, Argentina y Australia ya que los Estados Unidos se cuecen aparte.

Los gringos saben jugar con equilibrio en las grandes ligas de la producción mundial de alimentos no se diga de energéticos dándose el lujo de mantener reservas estratégicas sin irse a los extremos.

Y es que ellos sostienen que en la búsqueda de la autosuficiencia alimentaria hay que evitar las posiciones absolutas y ser pragmáticos a la hora de comprar y vender o asumir políticas agrícolas.

La moraleja para un país como el nuestro es que si queremos a rajatabla o a toda costa la tan ansiada seguridad alimentaria de la 4T hay que no solo rezarle a Tláloc sino apoyar en serio con recursos al campo.

Sin olvidar desterrar para empezar la demagogia y la pequeñez de miras evitando las posiciones absolutas como aquellas de producir lo que consumimos y de no importar cueste lo que cueste.

En un mundo con tanta interdependencia encaja perfectamente el refranero popular con la siguiente sentencia: ni tanto que queme al santo ni tanto que no lo alumbre.

He dixi.

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