Desafiando la Responsabilidad Social: ¿Estamos a la altura como ciudadanos y empresas?
Hace unos meses, me cuestionaban sobre el estancamiento del tema de responsabilidad social. Se analizaba acerca de las acciones que como ciudadanos podríamos emprender para fomentar entre el empresariado esta práctica, además de cómo identificar aquellas que la incorporan en su operación.
Desde mi perspectiva, resulta evidente que nos encontramos lejos de ser ciudadanos socialmente responsables, y aún más alejados de alcanzar a ser una ciudad sostenible. La base para construir una comunidad con estas características radica en que cada individuo asuma desde el principio su responsabilidad. Solo así podríamos aspirar a contar con empresas que operen bajo el prisma de la responsabilidad social. Sin embargo, no todo está perdido, siempre existirán personas que creemos en la persistencia de los valores, tanto en lo personal como en lo laboral.
A nivel global y nacional, se disponen de diversos programas a los cuales tanto individuos como empresas pueden acceder. Estos programas facilitan la evaluación del nivel de desarrollo operativo de una empresa, permitiendo a cada entidad elegir aquel que mejor se ajuste a su giro y a aquello que desea medir. Todos estos programas son beneficiosos y ofrecen un respaldo significativo, siempre y cuando se implementen de manera adecuada y se les dé un seguimiento y medición apropiados.
En toda empresa hay personas que aspiran a mejorar continuamente y que aportan buenas ideas para trascender, lo que por ende permite el desarrollo de lugar donde trabajan. Estas personas son las que descubren las oportunidades que existen en la implementación de los programas disponibles, garantizando que sean realmente beneficiosos tanto para el negocio como para todos los involucrados.
En esta ocasión particularmente les compartiré acerca del que promueve el Centro Mexicano para la Filantropía, el Distintivo de Empresa Socialmente Responsable, conocido como ESR. Seguramente muchos de ustedes podrán reconocer este distintivo a través de un logotipo que distingue y acompaña la marca de algunas empresas reconocidas.
El objetivo de este programa es distinguir públicamente a todas aquellas empresas que independientemente de su tamaño han obtenido este reconocimiento, al demostrar la integración de un sistema que evalúa los resultados de sus iniciativas en lo social, ambiental y gobernanza en su estrategia empresarial.
A pesar de que el número de empresas inscritas ha aumentado a 2,321, este valor sigue siendo significativamente bajo en relación con el total de negocios registrados por el INEGI, que asciende a 5,541,076. Esta cifra representa menos del 1% de los negocios en el país, indicando que aún existe un amplio margen de mejora en la adopción de prácticas empresariales socialmente responsables.
Desde mi punto de vista, para construir una ciudadanía y empresariado genuinamente responsables es primordial reconocer que la responsabilidad social va más allá de una presea o logotipo. Cada paso que demos a nivel personal, o acción que concretemos en el ámbito laboral, contribuirá en el tejido de una comunidad sostenible.
En medio de constantes desafíos, siempre habrá individuos que de forma comprometida abogarán por valores perdurables, recordándonos que la persistencia en la promoción de la responsabilidad social es esencial para construir un futuro más ético y sostenible.
La Lic. Sara Canchola es ecóloga fundadora y directora de
Vinfidem Consultoría y Gestión, S. C.
Es consultora en responsabilidad social y sostenibilidad acreditada por CEMEFI .