Por Germán Lohr
No cabe duda que la salud juega un papel clave de aquí a 2050 debido el cambio generacional en la pirámide de edades de la población que obliga a mayor inversión.
Ya lo sabemos, son varios los factores que la afectan la salud entre otros la pobreza y su vulnerabilidad, la violencia y la economía informal. Pero no debemos olvidar que antes que todo están las enfermedades crónico-degenerativas.
Estas, junto con las no transmisibles como las cardiacas, diabetes o cáncer son las que ejercen mayor presión en el gasto del sector el cual destina uno de los menores porcentajes del PIB dentro de la OCDE que ronda en 6% cuyo promedio es de arriba de 10%.
Hablar de prospectiva en la salud implica pensar de aquí al 2050 en algunos retos que conviene enumerar empezando por los cambios a la forma de organización actual del sector público de la salud en el país.
Son varios organismos o instituciones poco vinculadas y muy segmentadas como el IMSS, Issste, Sedena, Marina, Pemex, mismas que atienden a su mercado y a las familias de trabajadores afiliados.
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Hay otros entes, los de salud estatal, que junto con el Insabi protegen a población abierta o que trabajan en la informalidad y con escasa conexión con el sector privado, que prácticamente es campamento aparte.
El reto es más convergencia y vinculación en este modelo para hacerlo más eficiente y competitivo que coadyuve de mejor manera con esta transición demográfica de jóvenes a adultos y adultos mayores.
Si queremos llegar a los 80 años como esperanza de vida con buena salud y menores enfermedades conviene organizarnos mejor.
Al mismo tiempo, debemos transitar de un sistema curativo a uno preventivo y enfocado a la promoción de la salud donde habrá que impulsar el desarrollo de la información a fin de mejorar la infraestructura hospitalaria y los encadenamientos y procesos.
Abrir oportunidades para jóvenes en el área del emprendimiento a la atención preventiva es fundamental debido a que seguirá aceleradamente creciendo la población mayor a 65 años y hay que estar preparados.
Un punto relevante será incentivar la innovación científica y tecnológica vinculada con sistemas de información en tiempo real que permita monitorear información para una buena toma de decisiones.
Incentivar que haya grupos o trabajo en equipo multidisciplinario en todos los niveles de atención más colaborativo y dinámico entre sector público y privado es una tarea pendiente.
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Lo mismo será evitar las barreras económicas y la exclusión social que no permitan el acceso a la salud, facilitando el aseguramiento o compra de seguros sin olvidar las lecciones aprendidas de la pandemia de Covid-19.
En suma, se requiere de modelos proactivos y dinámicos que permitan enfrentar los cambios y las tendencias en el sector de la salud.
El enfoque de prevención no hay que echarlo en saco roto ni en lo público ni en lo privado y hay que romper paradigmas obsoletos que venimos arrastrando ya que seguimos empecinados en tratar la enfermedad y no a tratar de prevenirla.
No solo es hacer ruido con la prohibición del tabaco y la venta de comida chatarra en las escuelas ya que esto no va a lograr reducir las enfermedades crónico-degenerativas.
Hay que apostarle también a la educación familiar y los hábitos saludables como la nutrición, el ejercicio, la buena alimentación y el cuidado del adulto mayor. No se diga el autocuidado y la detección de riesgos a la salud.
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