En 2022, los países de América Latina lograron reducir la pobreza a los niveles que tenían previos a la pandemia, pero este avance de la región podría verse frenado el próximo año ante la desaceleración del crecimiento económico.
Esta es una de las principales conclusiones del informe “Panorama Social de América Latina 2023”, elaborado por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL).
De acuerdo con el organismo, al cierre de 2022, más de 181 millones de personas se encuentran en situación de pobreza en América Latina y el Caribe, lo que representa alrededor del 29% de la población.
De estos 181 millones, precisa el informe, al menos 70 millones viven en pobreza extrema, cifra equivalente al 11.2% de los habitantes de los países de la región.
Esos números, afirma el documento, marcan una disminución de más de un punto porcentual con respecto al año 2021 y se ubican a un nivel similar al de 2019, antes de la pandemia de COVID-19.
Pese a este avance, el estudio advierte que la pobreza no podrá continuar reduciéndose el próximo año, toda vez que el crecimiento regional del Producto Interno Bruto (PIB) en 2023 será de apenas 1.7%, y en 2024 podría llegar a sólo 1.5%, muy por debajo del 3.8% alcanzado en el 2022.
En el caso de México, este 2023 la economía habrá crecido un 3.3%, pero para el próximo año se prevé que el ritmo de expansión sea de solo 2.0%.
Por otra parte, la realidad es que no hay razones para celebrar, mientras 70 millones de personas no puedan comprar ni siquiera una canasta básica de alimentos, subraya la CEPAL.
En México, de acuerdo con el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), al 2022 existían 9.1 millones de personas en pobreza extrema, casi medio millón más que en 2018.
Además, los datos de la CEPAL significan que casi un tercio de la población de la región vive en situación de pobreza, porcentaje que se eleva a 42.5% en el caso de la población infantil y adolescente, una realidad intolerable.
Por otra parte, la incidencia de la pobreza también es más alta entre las mujeres, la población indígena y las personas que viven en zonas rurales.
En cuanto a la situación del empleo, el análisis especifica que de los 292 millones de trabajadores en América Latina y el Caribe, la mitad tiene trabajos informales y un 20% vive en situación de pobreza, en tanto que el 40% tiene ingresos inferiores al salario mínimo y la mitad no cotiza en los sistemas de pensión. México no es la excepción, de acuerdo con cifras de INEGI y Coneval, de los 58.5 millones de trabajadores que existen, 55.2% labora en la informalidad, 37.8% vive en la pobreza laboral, es decir, no tiene ingreso suficiente para adquirir la canasta alimentaria, 40% tiene ingresos menores a un salario mínimo y 61% carece de acceso a instituciones de salud.
La CEPAL explica que el aumento del empleo es positivo, pero no suficiente para alcanzar la inclusión laboral, ya que se requiere acceso a trabajos productivos, bien remunerados y con protección social, en particular para las mujeres y las personas jóvenes.
Con respecto a los ingresos, el informe subraya la desigualdad y precisa que en América Latina el decil de ingresos más altos percibe 21 veces más dinero que el decil más bajo. En el caso de México la diferencia es de 17 veces.
Por otra parte, los datos muestran que la tasa de participación laboral de los hombres fue de 74.5% en 2022, mientras que en las mujeres fue del 51.9%.
La principal barrera para la inclusión laboral de las mujeres es la carga de trabajo de cuidados, ya que la participación de las mujeres en hogares con niños es de 61.6%, mientras que en los hogares sin niños es de 73.5%.
En conclusión, como lo advierte la CEPAL, tanto en México y América Latina no hay razones para celebrar en materia de combate a la pobreza, la desigualdad y el empleo precario, y aunque la propaganda oficial afirma que todo marcha bien, la terca realidad siempre se impone a “los otros datos”.
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