Por Germán Lohr
En el juego de la prospectiva del crecimiento económico para México vale la pena revisar los pronósticos nacionales y contrastarlos con los del exterior en el que participan organismos e instituciones como el FMI, Banco Mundial, OCDE por citar algunos.
En el caso nuestro están los que elabora la Secretaria de Hacienda y Crédito Público, el Banco de México, Banamex, los del Instituto Ejecutivo de Finanzas -IMEF- y la misma Secretaria de Economía entre otros que recuerde.
Todos ellos en su mayoría han venido ajustando lamentablemente sus expectativas a la baja tan solo en estos dos primeros meses las cuales oscilan entre 2 y 3% para 2022.
Y es que cuando se elaboraron los criterios generales de política económica que acompañan al Presupuesto de Egresos Federal en el mes de septiembre pasado las expectativas eran como las agujetas de color de rosa.
Más aún el Presidente todavía cree posible crecer al 5% y Hacienda no ha variado su expectativa de 4.1%, una cifra nada despreciable que fue ajustada por la Secretaria de Economía a 2.6%.
Dichas variaciones a la baja lo que nos advierte es que no hay un buen clima de inversión de momento dada la situación bélica entre Rusia y Ucrania y los amagues de los Estados Unidos y Europa o Japón entre otros países en conflicto.
Si a todo esto le sumamos factores no menos importantes como el alza de tasas de interés, una mayor inflación, desconfianza gubernamental, violencia e inseguridad y no se diga la corrupción estaremos recreando la tormenta perfecta.
No omito mencionar, por ejemplo, escenarios como los precios del barril de petróleo que se están disparando por encima de los 100 dólares en el caso del Brent y que podrían crecer más hasta 130 dólares.
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Lo anterior ciertamente podría beneficiar en parte al país, aunque dichas alzas se compensan con las importaciones de gas, diésel y gasolina y con salir tablas me conformo.
Esta crisis bélica también nos trae fuertes presiones inflacionarias sobre todo en alimentos debido al alza no menor a 10% en insumos clave como los fertilizantes que impactan entre otros a granos como el maíz, trigo y los eslabones como la carne, el huevo y aceites.
Por desgracia estas alzas también dañan, sectores estratégicos a nivel de las grandes y pequeñas industrias como la construcción y manufactura ligadas al acero, hierro, aluminio y níquel.
Dichos insumos han sufrido incrementos cercanos a 20%, el doble de los alimentos en estos primeros meses del año.
En consecuencia, se estima que la inflación tardara más tiempo del estimado para poder alcanzar el objetivo de 3% del Banxico, ya que si bien nos va habrá de colocarnos de nuevo en 7%.
Mientras son peras o manzanas no nos queda más que apretar cinturones y alerones, cuidar nuestras finanzas personales como oro en paño y exigir a los tres órdenes de gobierno que no sigan abusando con alzas de impuestos y derechos fuera de la realidad.
Esperemos pues no se descompongan más de la cuenta las finanzas públicas que no están tan sanas como se supone y que el mismo secretario de hacienda haga los ajustes pertinentes en materia de expectativas racionales y no nos quiera dar atole con el dedo.
He dixi.