Napoleón Gómez Urrutia: ¿el sindicalismo como escalera política?

Napoleón Gómez Urrutia actúa bajo la sombra de un cuestionado liderazgo sindical heredado. El líder del Sindicato Nacional Minero es conocido por ser promotor de paros, bloqueos, y huelgas para ganar agremiados, tácticas acompañadas de amenazas y extorsiones de todo tipo. Todo esto afecta el desarrollo y operatividad del sector minero, y, por consecuencia, impacta de forma negativa las fuentes de empleo del país.

Gómez Urrutia es protagonista de escándalos de corrupción y apropiación ilegal de contratos colectivos de trabajo. Pero ¿por qué, a pesar de causar conflictos recurrentes, su sindicato continúa tan activo? Napo y la organización sindical que controla operan a través de la desinformación y manipulación a sus agremiados. En los últimos meses han protagonizado conflictos laborales en Guerrero, Zacatecas, Sonora y Coahuila.

Entre estos conflictos están la huelga ilegal de Penmont en la mina La Herradura, en Caborca, la reciente queja laboral que promovió el sindicato en EUA por supuestas violaciones laborales en la Mina San Martín, la huelga en Newmont Peñasquito por las exigencias poco realistas  del sindicato, y la toma violenta de un poblado en Hércules, donde agremiados de Gómez Urrutia expulsaron por la fuerza a la comunidad, luego de que un grupo de trabajadores de AHMSA y Minera del Norte, decidieron abandonar su sindicato.

En lugar de asumir su responsabilidad, Napo ha culpado a las empresas mineras para desviar la atención y proteger sus intereses personales. El caso de Cananea es un ejemplo donde la empresa que compró la mina estableció, en su momento, un fideicomiso por 55 mdd para que los trabajadores recibieran su parte correspondiente al valor de la mina. El líder sindical dispersó estos recursos en sus propias cuentas y las del sindicato, y desde entonces ha eludido pargar su adeudo mediante amparos

En el caso de la mina La Herradura, operada por Fresnillo, en Caborca, un pequeño grupo de mineros, impulsados por Napo, comenzaron un paro en mayo de este año, al reclamar la supuesta falta del pago de utilidades, sin embargo, el paro duró pocos días pues se resolvió que este era ilegal al no ser aprobado por la mina y sus trabajadores sindicalizados.

La forma en que opera Gómez Urrutia es clara: desestabiliza las regiones mineras, crea conflictos ficticios y defrauda a sus propios afiliados. Pero ¿cuáles son sus verdaderas intenciones? Parece ser que el senador y líder minero busca el respaldo de la 4T para volver a posicionarse en el escenario político, pues sabe que, sin AMLO, es más difícil protegerse y corre el peligro inminente de enfrentarse a la justicia.

Con su figura debilitada al interior de Morena, debido a las tensas relaciones que sostiene con algunos líderes de la 4T, como Alfonso Durazo, gobernador de Sonora, Luisa María Alcalde, ahora titular de la Segob, y Adán Augusto López, una de las corcholatas de AMLO, Napo busca asegurarse nuevamente una posición política con fuero y con privilegios en el próximo sexenio, mediante la promoción y alargamiento de supuestas huelgas y conflictos laborales, para fortalecer la capacidad de presión de su sindicato y tener margen para avanzar su agenda rumbo al 2024.  

El sindicalismo que opera bajo la sombra de Napoleón Gómez Urrutia utiliza los mismos vicios y prácticas del pasado. Hoy más que nunca, los trabajadores merecen líderes sindicales comprometidos con sus derechos laborales y su bienestar, no figuras que busquen beneficios propios y acumulación de fortunas personales mediante el trabajo de los mineros, a costa de traicionar al movimiento que les dio cobijo.

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