San Luis Río de Sangre

San Luis Río Colorado, Sonora, es mi lugar de nacimiento, es donde vive parte de mi familia y algunas de mis mejores amistades; es un lugar que adoro, ahí nací y ahí crecí. Siempre estoy buscando la oportunidad o el pretexto para visitarlo, saludar a algunas de las personas que más quiero en la vida, y rememorar episodios de mi infancia y juventud que marcaron mi vida para siempre.

Hoy veo con enorme tristeza cómo ese lugar se ha vuelto cada vez más inseguro, cada vez más peligroso, y cada vez más violento.

De una de mis más recientes visitas regresé muy preocupado de haber experimentado la escucha diaria de balaceras, y la noticia -diaria también- de asesinatos, desapariciones forzadas o hallazgos de cadáveres.

San Luis no era así. Es verdad que nunca fue un paraíso; como en cualquier lugar, cosas malas sucedían eventualmente, pero nunca como hoy.

Me dicen que se debe a la lucha por “la plaza” entre “los chapitos” y “los rusos”, partidarios de Ovidio Guzmán los primeros, y del Mayo Zambada los segundos.

Pareciera, sin embargo, que el problema es aún más profundo, es parte de un proceso paulatino de degradación que se remonta a varios años ya, en el que las autoridades (de los tres órdenes de gobierno) han dejado de atender algo crucial: por su ubicación geográfica, San Luis es un lugar estratégico para el trasiego de drogas hacia los Estados Unidos.

Solo era cuestión de dejar hacer y dejar pasar, de darles pase libre a los criminales, para que pronto se apoderaran de tan atractiva plaza. He ahí los resultados de una política de abrazos para la delincuencia organizada.

Impactante fue la noticia hace unas semanas, del homicidio del policía Silvio Domínguez, a quien no tuve el gusto de conocer, pero de quien solo he recibido magníficas referencias. Licenciado en derecho, buen policía, buena persona. De esos policías tan escasos pero que tanto necesita nuestra sociedad.

Más impactante para mí fue enterarme de que, minutos antes de la agresión, el Toyota Tundra blanco en el que lo alcanzaron para acribillarlo, ese que aparece en el video que tantos hemos visto, estuvo estacionado a no más de cincuenta metros de mi casa esperando el momento oportuno para el ataque.

Pesadumbre también por el hijo de unos queridos amigos, Rafael Alvarado. No perdemos la esperanza, pero sigue desaparecido desde hace tres semanas y prácticamente nada se sabe aún sobre su paradero. Solo se dice que había sido amenazado por algún mal policía; de esos que no son tan escasos.

Es verdad que San Luis no es, ni por asomo, el único lugar inseguro de México, pero me impresionó ver que hace unos días Héctor de Mauleón -importante escritor y periodista de renombre nacional-, dedicara una de sus columnas a expresar su preocupación por la escalada de violencia que se vive justo en San Luis Río Colorado.

Y es que la preocupación no es para menos, San Luis -dice De Mauleón-, es “una región que arde”, y así intitula su columna. El articulista de El Universal refiere que en esta ciudad se concentraron 85% de las muertes violentas en Sonora el año pasado, y nos recuerda episodios como el del asesinato del comandante Silvio Domínguez, o el de diciembre pasado en el que un convoy de 50 camionetas irrumpió en el Valle de San Luis para atacar las “narcotienditas” de un grupo rival sin que ninguna autoridad interviniera o se diera siquiera por enterada, o el hallazgo hace quince días de tres cadáveres, dos de ellos decapitados, junto al lecho del Río Colorado.

Escenas de horror, rayanas en lo dantesco, que las y los sanluisinos hemos ido normalizando, aceptando de a poco, e incorporando al paisaje habitual como parte de la cotidianidad. Pero no, no es normal, y no siempre fue así.

Me resisto a asumir que no hay solución, que no hay punto de retorno, que todo está perdido. Vendrá un despertar ciudadano, como el que vimos y vivimos el domingo pasado en el Zócalo de la Ciudad de México y en tantas plazas más del país y del mundo, defendiendo la democracia de las amenazas que sobre ella se ciernen. Es la hora del despertar ciudadano por la seguridad, por la tranquilidad, por la convivencia comunitaria armónica, por la paz.

Es verdad, San Luis Río Colorado es una región que arde, y con nuestra desidia, con nuestra inacción, solo conseguiremos seguir viendo el Río Colorado así, teñido de colorado, por la sangre de los muertos.

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