Frecuentemente los gobiernos anuncian proyectos, que aunque a primera vista lucen espectaculares e innovadores, pasados por la lupa del análisis riguroso y objetivo, resultan, en muchas ocasiones, de poco o menor provecho respecto a otras alternativas menos ostentosas o taquilleras.
Es indudable que Sonora mantiene un posición de ventaja para convertirse en una potencia energética, sobre todo de fuentes renovables, pero también es innegable que los actores más destacados, desde hace años, son los inversionistas privados, que ya lo estaban haciendo muy bien, sin la necesidad de intervención gubernamental.
Por eso, es por lo que varios proyectos que plantea el llamado Plan Sonora, si bien suenan interesantes, luego de un análisis más minucioso parecen no responder del todo a las necesidades más apremiantes de infraestructura para el desarrollo de Sonora, ni tampoco parecen opciones articuladas de forma que tengan un impacto profundo en la economía estatal.
¿Cómo es que surge la necesidad de este proyecto en Sonora? ¿Qué factores lo están impulsando realmente? Son básicamente dos:
1.- La necesidad de empresas texanas de exportar su gas natural a países de alta demanda en el sureste asiático, muchos de los cuales no cuentan con este recurso y no lo pueden adquirir a Rusia por las sanciones económicas contra ese país, a raíz de la guerra en Ucrania y,
2.- Las fuertes regulaciones medio ambientales que existen en California, Estados Unidos, y que impiden o hacen sumamente costoso el desarrollo de proyectos para la construcción de ductos de gas y/o plantas de este tipo como ha sido señalado por el propio Gobernador, Alfonso Durazo.
Vale la pena señalar que el gas natural texano es abundante y competitivo en su precio, especialmente desde que se aplica el llamado “fracking”, el cual consiste en extraer el gas del subsuelo realizando fracturas artificiales en la roca, esto mediante la inyección de agua a alta presión. En Chihuahua y Tamaulipas existen grandes reservas de gas natural, las cuales también podríamos aprovechar, pero hasta ahora el Gobierno federal no ha querido o no ha podido invertir en la explotación de este recurso.
De acuerdo con las Guías sobre Medio Ambiente, Salud y Seguridad sobre Plantas de Gas Natural Licuado, elaboradas por el Banco Mundial, entre los posibles problemas ambientales asociados a estas instalaciones figuran: amenazas a los medios acuáticos y costeros, materiales peligrosos, aguas residuales y emisiones a la atmosfera. Los impactos directos pueden incluir la eliminación o cobertura física del fondo marino, la costa o el hábitat en tierra, mientras que los impactos indirectos pueden resultar de los cambios en la calidad del agua provocados por la suspensión de sedimentos o descargas de aguas pluviales y residuales.
Además, la descarga de agua de lastre y sedimentos de los buques durante las operaciones de carga de gas pueden derivar en la introducción de especies acuáticas invasivas. Esto explica las duras regulaciones californianas.
Pero, ¿qué beneficios concretos dejará para Sonora la construcción de una Planta de GNL, ya sea en sus puertos o sus sectores económicos? Hasta ahora no se advierte ninguno en concreto, solo los empleos temporales que dejará su construcción y las plazas que requerirá en su etapa de operación. Eso definitivamente no transformará a la economía sonorense. En próximas entregas analizaremos más proyectos del Plan Sonora.