Ovidio, el souvenir

Foto mexicoya.com.mx

Me llamó mucho la atención el cúmulo de comentarios que circularon en redes sociales tras la captura de Ovidio Guzmán “El Chapito”, en los que se endilgaba a la oposición un supuesto desencanto por la detención. Hubo quien dijo que el día de la detención habría sido “un día muy difícil para la oposición”.

Creo que se necesita estar muy trastornado para pensar que a alguien -que no sean los propios criminales- le pueda disgustar que atrapen a un delincuente, máxime en tratándose de uno perteneciente al crimen organizado. Pero, además, se necesita ser muy ingenuo para pensar que tal captura no habría de tener lugar en algún momento. La detención de Ovidio era obvia, y era obvia a partir del hecho del llamado “culiacanazo” de 2019 en el que las fuerzas armadas quedaron exhibidas en ese calamitoso operativo que culminó no solo con una serie de actos violentos que pusieron en jaque a la población del lugar, sino con la instrucción del propio presidente de México de liberar al capo.

El culiacanazo significó una afrenta para el Ejército, y como tal, un atentado a su honor y a su credibilidad. Tarde o temprano habrían de tomar revancha y, de hecho, si acaso algo sorprende, es la tardanza.

Como sea, era obvio que Ovidio terminaría en la cárcel, pero es obvio también que, a cualquier persona de bien, incluidas las opositoras y críticas del régimen, les tiene que parecer positivo que se detenga a quienes quebrantan la ley y generan la violencia en México. Es una buena noticia, no hay duda.

Ahora bien, dicho lo anterior, ello no significa que el asunto no revista aspectos sumamente criticables. Veamos:

1.- Es muy criticable, desde luego, el antecedente de todo el asunto, aquel culiacanazo y la liberación de Ovidio en 2019, que evidenció una insospechada incapacidad militar. Aquello sí que fue una pésima noticia, por donde se le vea.

2.- También criticable resulta el hecho de que se hayan dejado pasar más de tres años para su recaptura. No quiero ni imaginar la bola de trapacerías que habrá hecho el tipo durante todo ese lapso.

3.- Muy cuestionable por otra parte, que sea justo a unos días de la visita del presidente de los Estados Unidos, Joe Biden, a México, que, convenientemente, el famoso delincuente resulta capturado. Mal que el operativo se lleve a cabo por presión del vecino del norte y no por interés nacional. Los delincuentes no se capturan como trofeos, sino para evitar que sigan perjudicando a la población; no son un souvenir para las visitas.

4.- Preocupa también, el aparente desconocimiento del presidente de la República respecto de lo que estaba pasando. “Me agarran de bajada” dijo en la mañanera de ese día, “pero le pediremos a Rosita que nos informe”. Si el presidente estaba enterado, preocupa que mienta con tal tranquilidad, y si no estaba enterado, preocupa el no saber en manos de quién estamos en realidad.

5.- El hecho supone un viraje radical de la política de los abrazos y no balazos, lo cual no sería malo de suyo, lo malo es que no se reconozca, o que alguien más haya decidido esas acciones al margen de la instrucción presidencial, porque balazos hubo y de sobra. No puedo sino recordar que no hace mucho el presidente criticaba agriamente los operativos en los que se ametrallaba desde helicópteros militares, y resulta que eso fue justamente lo que vimos en este operativo.

6.- También es criticable que la captura se presente como el gran golpe al narcotráfico. En realidad, la detención de Ovidio Guzmán es más simbólica que estratégica. Esta aprehensión no es ninguna solución de fondo, de hecho, dentro del propio Cártel de Sinaloa hay personajes de mayor relevancia, ahí están los hermanos de Ovidio, Archivaldo y Alfredo Guzmán Salazar, y Joaquín Guzmán López, y hasta su tío Aureliano Guzmán Loera, no se diga el jefe de jefes Ismael “el mayo” Zambada, y por supuesto las cabecillas de los otros cárteles como los de Jalisco, Michoacán, el Golfo, etc.

7.- Y lo más criticable de todo es que el operativo haya sido -de nuevo- un absoluto desastre. 29 personas perdieron la vida, entre ellas 10 soldados de México. No sé si fue la planeación, o la ejecución, o ambas cosas, pero algo salió muy mal.

En resumen, creo que más allá de filias y fobias para con el régimen, un análisis objetivo del asunto debe reconocer la buena noticia de la captura, pero debe también poner atención en los múltiples aspectos criticables de la operación.

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