El próximo 3 de abril terminan su gestión como consejeras y consejeros del Instituto Nacional Electoral (INE) el propio presidente del mismo, Lorenzo Córdova Vianello, así como Ciro Murayama Rendón, Adriana Margarita Favela Herrera y José Roberto Ruiz Saldaña.
Son cuatro de once integrantes del Consejo General del Instituto, es decir, se renueva una tercera parte del mismo; pero más allá de eso, creo que en términos cualitativos -y sin menoscabo de los demás- se van algunas de las personas que de manera más contundente han defendido la autonomía y el prestigio de esa importantísima institución del Estado mexicano, como lo han sido su presidente Lorenzo Córdova, y el consejero Ciro Murayama.
Tanto el INE, como la democracia misma, extrañarán la participación profesional, comprometida y patriota de estos consejeros. Mucho les debemos las y los mexicanos por su recta actuación, y por su denodada defensa de nuestros derechos y libertades desde sus asientos en el Consejo General. Por esto es tan importante vigilar quiénes les relevan; sobre todo en estos tiempos en los que los vientos autoritarios han tornado en fuertes ventarrones.
El interés del obradorismo por controlar instituciones que deben ser autónomas como la Suprema Corte de Justicia de la Nación, el propio Congreso, o los entes reguladores, ha alcanzado también al INE.
De ahí los constantes ataques mañaneros del presidente contra esa institución y sus integrantes, y de ahí también la propuesta presidencial de reformar la Constitución, y luego la ley, para debilitar al árbitro electoral.
Frustrada que fue la reforma constitucional, el Ejecutivo se empecinó en “destazar” al INE (Adán Augusto López dixit) mediante la reforma legal conocida como “Plan B”. Ya la oposición presentó acciones de inconstitucionalidad y el propio Instituto interpuso controversia constitucional contra la primera porción de ese bodrio de reforma, la que tiene que ver con la comunicación gubernamental, pero ya vendrán otras acciones y recursos legales varios en contra del resto del Plan B cuando el Senado la apruebe en definitiva en los próximos días.
Mas no contentos con destazar legalmente al INE, el obradorismo intentará a toda costa capturarlo introduciendo a incondicionales al Consejo General, como ha hecho con algunos asientos en la Corte, en el Consejo de la Judicatura, en los órganos reguladores, en la CNDH, etc., etc., etc. El destazamiento pretende ser tanto formal -desde la ley electoral-, como funcional -desde el Consejo General-.
Así, el Secretario de Gobernación, con vocación de tablajero, ordena a los senadores destazar al INE con la reforma legal conocida como Plan B, y ordena a los diputados seleccionar a los relevos de los consejeros mediante insaculación, al azar. El solo hecho de que el responsable de la política interior le dicte órdenes los legisladores ya debería ser lo suficientemente escandaloso como para obligar a su dimisión, pero que les ordene actuar contra las instituciones, y cerrarse a la posibilidad de acordar con la oposición evadiendo la política, es de verdad inaudito.
Sin embargo, seguramente los legisladores obradoristas acatarán la instrucción, y virtud su mayoría, el Plan B que destaza al INE se aprobará, y el relevo de consejeros se hará al azar.
Cierto es que la Constitución contempla la posibilidad de insacular consejeros del INE de las quintetas que envíe el comité técnico de selección cuando en la Cámara de Diputados no haya acuerdo al respecto, sin embargo, es una hipótesis extrema, es la disposición contemplada para el caso excepcional en el que no se llegue a un acuerdo político, y no una opción para la claudicación a priori del diálogo y el concierto.
De ahí que sea tan importante vigilar, desde la sociedad civil, tanto la conformación como los trabajos del comité técnico de selección que propondrá a cinco prospectos para cada asiento del Consejo General que se renueva.
El comité se conforma con dos personas designadas por la CNDH (hoy subordinada al obradorismo al grado de la abyección), otras dos por el INAI (que sigue siendo autónomo… y digno), y tres más por la Junta de Coordinación Política de la propia Cámara de Diputados. Son estos últimos tres los que pueden romper los equilibrios y torcer las cosas para que las quintetas queden conformadas exclusivamente, o casi exclusivamente, por gente incondicional al obradorismo. Insacular de entre esas listas ya solo sería el golpe final que destace al INE, y a nuestra democracia.