La segunda dosis

Foto: Gobierno del Estado

Vienen tiempos difíciles para el gobierno de la 4T, aunque estos que vivimos tampoco han sido tan fáciles.

La gestión de la pandemia, particularmente el tema de las vacunas, va  causar problemas serios en la administración del convaleciente Andrés Manuel López Obrador.

Vamos primero al asunto de los biológicos que se anuncian por todos lados pero que no hay, salvo las dosis de las farmacéuticas que al parecer le han regalado al gobierno mexicano para la Fase 3, que es de prueba en humanos.

En algún momento van a tener que salir, alguien tendrá que dar la cara porque esas vacunas se acabaron y miles de integrantes del personal médico en el país se han quedado sin la segunda dosis que les correspondería ya.

En Sonora muchas mujeres y hombres que recibieron la primera dosis no van a poder recibir la segunda porque no hay, no las envió el gobierno federal y no la enviará. Así lo indican algunas fuentes consultadas.

Tenemos unas peroratas en las redes con el tema, peleando sobre quién debe vacunarse primero y quien después, cuando ni vacunas hay y no sabemos cuándo habrá.

Estamos entretenidos con el estado de salud del presidente López Obrador, que desde luego no es cosa menor, pero mientras eso sucede miles de personas y trabajadores de la salud se siguen contagiando y muriendo.

Miles de negocios pequeños y medianos sobreviven como pueden y los que no han cerrado sin que nadie haya salido al rescate de esas inversiones y puestos de trabajo que se pierden.

¿Qué explicación se le podrá dar a toda esa gente que se va a quedar esperando la segunda dosis?

Ya el Inegi le levantó las faldillas al gobierno y dio al traste con los datos que durante meses estuvo publicando el doctor Hugo López-Gatell sobre la cifra de muertes por Covid-19.

La explicación del gobierno es que en el Inegi sumaron las de las actas de defunción y ellos nomás las muertes que suceden en los hospitales.

Sucede que esa explicación cuando mucho sirve para poner al descubierto la falta de organización y la incomunicación que hay entre instancias que frente a una pandemia deberían estar conectadas 24/7.

Las autoridades locales dan fe de los fallecimientos y consignan en actas las causas.

Esos datos deberían estar en un sistema al menos interno y como parte de la estrategia de contención de contagios y muertes por Covid-19.

Pero no, ahora resulta que sucede lo que ha sucedido siempre: explicaciones y justificaciones no han faltado.

Se llama a las personas de parte del gobierno para preguntarles si quieren o no aplicarse la vacuna, cosa que no está mal, pero genera la percepción (errónea) de que ya se cuenta con ella y que en cualquier momento empezará a aplicarse.

No falta mucho tiempo para que, quien pueda, viaje a los Estados Unidos a inmunizarse, en algún momento ese país tendrá disponible el biológico para todo aquel que lo requiera.

Pero serán pocos: la inmensa mayoría de gente en este país tendrá que esperar a que el gobierno, los estados y los particulares se organicen.

El secretario de Hacienda, Arturo Herrera, declaró hace un par de semanas que el gobierno tiene dinero suficiente para comprar vacunas.

Antes de eso, Marcelo Ebrard dijo que habían hecho una precompra a una farmacéutica.

Después, AMLO dijo que atendiendo al llamado de la Organización Mundial de la Salud iban a darles chance a los países pobres.

Después que los laboratorios están retrasados en sus procesos de producción.

El gobierno de EEUU vio por el bienestar de sus ciudadanos (como debe de ser) y compró tantas vacunas como pudo, que hasta puede que sobren.

Arizona está vacunando gente 24/7 y no se les han acabado las dosis, puede que les sobren y en Sonora verán si nos las venden.

Y nosotros aquí haciendo coperachas de a mentiritas para comprar vacunas.

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