Los economistas son como el búho de Minerva “que retratan en gris lo que ya pasó”, famosa sentencia del expresidente José López Portillo en el siglo pasado.
Lo anterior viene a cuento por la lectura de un artículo de la revista NEXOS del mes de septiembre denominado ¿Qué falló?, Que sigue?, México 1990-2023 de dos economistas Santiago Levy y Luis Felipe López Calva.
Una pequeña digresión, provengo de una generación de economía 1976-1980 que le tocó de lleno la época conocida como la decena trágica, algo así como una temporada de huracanes.
Temporada que abarca los sexenios del 70 al 82 cuyas consecuencias llegan hasta los noventa y forman parte de la historia económica de este país.
Sin apartarme del relato, este periodo es sin duda el inicio del desastre económico que desembocó en muchas quiebras y en la devaluación de nuestra moneda al cierre del sexenio de Luis Echeverría, cosa que no sucedía desde 1953 con el tipo de cambio al 12,50 por dólar.
pero bueno, de nuevo en tiempo presente, reconozcamos de entrada que si bien ambos colegas retratan en gris lo que ya pasó también hacen propuestas a futuro que vale la pena analizar.
En principio los noventa es digamos la época donde la idea central es la recuperación de la estabilidad macroeconómica perdida y el sueño de cualquier gobierno responsable del comienzo del crecimiento económico con mayor inclusión social.
Obviamente que puesto de esta manera los de la 4T sobre todo hacen y harán cera y pabilo de los resultados alcanzados que los hubo sobre todo que gracias al TLC nos volcamos al comercio exterior y somos ahora los grandes manufactureros de la América Latina.
Además, del sacrificio de ordenar la casa, nuestras finanzas públicas son menos vulnerables al depender menos del precio del petróleo, contar con mayores reservas para afrontar los choques del exterior no se diga el tipo de cambio entre otros factores a favor.
En que fallamos, en que fue insuficiente el crecimiento económico y el PIB per cápita ambos menores al famoso desarrollo estabilizador 30 años atrás.
La caída de nuestra productividad es la principal razón del pobre desempeño sostienen los autores al comparar resultados censales entre 1980 y 2018 y observar varias cuestiones que comentaremos brevemente.
Para empezar, crecieron más las empresas o negocios informales que los formales que tienen mayor productividad. Las informales capturaron casi una cuarta parte del mercado.
Empero, lo más preocupante fue que durante este periodo se crearon 6.9 millones de empresas y se destruyeron 5.4 millones, sin embargo, las que entraron fueron igualmente improductivas o más que las que salieron.
En pocas palabras se invirtieron capital y trabajo que generó menos valor agregado en 2018 que 20 años atrás en 1998 siendo la dinámica empresarial más disfuncional.
Esta dinámica empresarial fue disfuncional a pesar de la estabilidad macroeconómica, las privatizaciones, los tratados de libre comercio, los órganos reguladores de la competencia y sobretodo del aumento de la escolaridad de la población.
La gran interrogante es el ¿Por qué? Y el argumento lo relacionan justamente con la creciente informalidad, baja productividad, la debilidad del estado de derecho y a que la promoción de la competencia fue insuficiente.
Híjole la verdad es que considero ampliamente recomendable el presente artículo del cual no tengo duda se desprenden futuras iniciativas en materia de políticas públicas llegue quien llegue a la presidencia de la república, Congreso y Gubernaturas o Alcaldías.
HE DIXI