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INFORMALIDAD Y SALARIO EN MÉXICO

por German Lohr Granich

Según el Plan Nacional de Desarrollo 2024-2030, aprobado recientemente, existen por lo menos 32.2 millones en la informalidad en el país, un número creciente, sin duda alguna.

Estamos hablando de tasas de informalidad laboral superiores al 50%, ya que durante décadas su comportamiento promedio oscila entre el 54.5 y 56 % en los distintos gobiernos del color que sean.

En pocas palabras, es difícil encontrar un gobierno que realmente pueda presumir de haberla combatido con alguna política pública que demuestre en los hechos números creíbles o resultados contundentes.

Por cierto, se presume en este Plan Nacional una ligera disminución de dos y medios puntos porcentuales, pero no se menciona para nada qué políticas fueron aplicadas y cuántas personas abandonaron la fatídica informalidad.

Obviamente, que este fenómeno del mercado laboral tiene varios lados ya que no es lo mismo un trabajo formal con seguridad social a uno precario y con menor estabilidad en los ingresos.

Pero bueno, al menos en el PND se establece una meta en cuanto a su reducción a lo largo del presente sexenio, que pasaría del 54.6% en 2024 a 48.9% para el 2030.

Sin embargo, no se suele decir el o los cómo hacerle para bajar un punto porcentual por año ya que, en un país como el nuestro, en las condiciones actuales, no es para nada sencillo, ya que para empezar estamos llenos de micro y pequeños negocios que no encuentran la puerta con tantas barreras de entrada.

El costo de un empleo formal es sumamente costoso entre tantas aportaciones al IMSS, INFONAVIT, SAT, IMPUESTO A LA NÓMINA, que prácticamente se llevan un tercio del costo del trabajo.

En este sentido, hay un amplio camino por transitar para generar la mágica cifra del millón doscientos mil empleos que año con año se requieren, del cual, si bien nos va, alcanzamos a veces la mitad.

Luego, entonces, nos toca trabajar en mejores maneras de aminorar la excesiva carga burocrática y profundizar en otras fuentes de financiamiento, sea a través de lo fiscal y programático-presupuestal del gasto público.

La creciente incertidumbre ha contribuido a desacelerar la economía, lo cual, no resulta “pan comido” para las empresas en las futuras negociaciones entre empleadores y sindicatos, sobre todo, para el sector exportador y la manufactura.

Por fortuna, la inflación viene bajando, pero no es del todo un consuelo, dado el panorama interno, no se diga el externo con TRUMP en la casa blanca, que con su intuición nos trae “como canicas en lavadero”.

Ahora bien, según los especialistas del mercado laboral, el rango de negociaciones se podría ubicar entre el 5 y 7%, esto es entre uno o dos puntos por encima de la inflación.

Por otra parte, hay que estar atentos a las deportaciones, cuyo impacto podría ser catastrófico aun con la escasez de mano de obra que hay en EU, en sectores como el agrícola, la construcción y los servicios.

Según estudios recientes del Instituto de Política Económica de ese país, estados como Texas y California serían los más afectados por este tipo de medidas, no se diga por la aplicación de los aranceles.

Reconozco pues, que hemos perdido dinamismo económico, no solo por culpa de Trump, sino desde el 2022, por lo menos dada la incertidumbre interna, la inestabilidad y lo poco propicio para invertir en México.

Los números oficiales del INEGI, en cuanto a formación bruta de capital fijo, lo testifican, han sido los peores de varios sexenios y sin inversión productiva nuestro mercado interno se debilita y sin crecimiento económico no se podrán fondear ni los programas sociales.

Ya veremos en qué paran estas misas.

HE DIXI.

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