No se trata solo de un animal domesticado muchas veces inexpresivo que marca los objetos y personas que encuentra a su paso y pelea su territorio, no es solo un mamífero de cuatro patas que puede llegar a dejar un rastro de pelos; no es solo aquel que ronronea, te mira fijamente y reclama tu atención y su alimento a horas inesperadas de la madrugada, el que puede sorprenderte colocando su nariz fría en tu cara mientras duermes o que te puede hacer despertar por la intensidad de su mirada.
El gato es un personaje, una deidad, una compañía no siempre muda y no siempre dispuesta a los mimos de sus dueños que los pretenden humanizar, ¿o son los humanos de quienes los gatos son dueños y pagan con mimos los afectos que les prodigan?…
El 20 de febrero es el primer Día del Gato del año, de los tres que tienen en el calendario mundial.
La celebración de febrero se relaciona con Socks, el gato que llegó con el presidente Bill Clinton a la Casa Blanca en los años noventa, y que, se hizo famoso por –como todos los mininos- pasear en todos los espacios en cualquier momento, como si fueran suyos y su presencia requerida.
Esta costumbre no es del todo desconocida para quienes cuentan con esta compañía ni con quienes sus humanos tienen relación; esa presencia muchas veces callada se percibe en tiempos de pandemia en llamadas telefónicas y en videollamadas, donde aparecen sin pedir permiso, subiéndose a la mesa, al sillón, al escritorio y asomándose a la pantalla anunciando que están cerca.
Socks Clinton nació el 15 de enero de 1989 y murió el 20 de febrero de 2009; la pérdida de una de sus vidas es el motivo por el que hoy se recuerda a su felina especie.
Otras fechas para celebrarlos son el 8 de agosto, establecido desde 2002 por el Fondo Internacional para el Bienestar Animal (IFAW), con el objetivo de recordar los derechos de los animales; y el 29 de octubre, propuesto por Coleen Paige, experta en mascotas, con el propósito de promover el cuidado responsable y la convivencia armónica con los animales.
Cabe señalar que los gatos –ni ningún otro animal- no deben ser considerados como juguetes, requieren atención, cuidados y recibir un buen trato: alimentación adecuada, limpieza, vacunas y espacios (aunque ellos se apropien de todos); la esterilización también es factor de una actitud responsable.