Escuelas de tiempo completo, a debate

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Por Germán Lohr

A estas alturas, con toda la evidencia que existe, nadie con tres dedos de frente debería de poner en duda la importancia de continuar inyectando recursos presupuestales a la educación en México.

La educación no solo es para beneficio individual, sino que se traduce en beneficio colectivo; y lo vemos los economistas como una externalidad positiva al sacrificar a nivel familiar consumo presente para apoyar el futuro de nuestros hijos al elevar su capital humano.

Esta más que comprobado que entre mayor nivel de escolaridad tengamos, mayores oportunidades se abren para el país y su población; no se diga para las mujeres en cuanto a oportunidades de empleos o al número de hijos por familia con menores de tasas de natalidad y fecundidad.

Sin embargo, la 4T en el marco de festejos del Día Internacional de la Mujer se decide a si no desaparecer, sí dejar en los huesos el Programa de Escuelas de Tiempo Completo.

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Dicho programa que beneficia a 25 mil planteles en zonas marginadas del país y que atiende casi a 4 millones de alumnos se decide de un plumazo reducirlo a la mínima expresión dizque para beneficiar la infraestructura de las escuelas.

Aquí el punto va más allá de lo presupuestal ya que es un programa inmejorable y bueno como todo, perfectible para incrementar el rendimiento escolar, combatir la deserción y de paso mejorar el ingreso familiar entre otras bondades.

El horario ampliado, junto con los alimentos y la asistencia técnica de maestros han sido de enorme ayuda para acrecentar los niveles de aprovechamiento escolar y en vez de ampliarlo como lo han pedido propios y extraños, se le da un machetazo.

El mismo Coneval, los padres, los maestros y los alumnos coinciden que este programa era y sigue siendo, el camino para disminuir la enorme desigualdad que hay en materia educativa en todo el país.

No contentos con quitar las estancias infantiles, los apoyos para madres solteras y ahora las escuelas de tiempo completo: pues no queda de otra que gritar como dice el cancionero popular adonde iremos a parar.

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La inversión en capital humano debe ser no solo una prioridad dentro de las políticas públicas de países emergentes como el nuestro, sino que tiene necesariamente que ser uno de los componentes principales del destino del gasto público.

Ya veremos si en su mayoría los gobiernos estatales que los hay, deciden no desaparecer este programa y con los recursos presupuestales de otros programas apoyan los avances a la fecha ya que de otra forma seria un retroceso.

Hay que tomar nota de los argumentos que se esgriman en el Congreso de la Unión y los partidos políticos no se diga de varios organismos públicos y privados que deben exigir cuentas y resultados al margen de las filias y fobias de la 4T.

Actualmente se sabe poco de las evaluaciones educativas antes y durante la pandemia de Covid-19 que ha puesto a la educación prácticamente de cabeza y más con estos cambios y recortes que no ayudan en nada a mejorar el nivel educativo.

Si queremos ser eficientes en el mundo de hoy y a la vez incorporarnos con éxito en el cambio tecnológico y la mayor productividad que mejore el crecimiento económico y los ingresos familiares, no hay de otra que aumentar nuestro capital humano.

Ojalá más pronto que después nos brinden una explicación coherente las autoridades en la materia de las cuales hay que estar pendientes.

He dixi.

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