Los camposantos donde están las personas que murieron por Covid-19 en Perú son una sorpresa y para muchos un secreto; las autoridades aprobaron los sepelios pero los dolientes pensaban que los llevaban a un cementerio local; a un año de haberse decretado la pandemia a causa de este virus, lo están descubriendo.
Este es el primer caso en Latinoamérica en el que las autoridades de un país ocultaron dónde fueron enterrados los cuerpos de personas que murieron de coronavirus y hasta el momento no se sabe por qué se hizo de manera clandestina.
The Associated Press dio a conocer que este es el caso de al menos 403 familias de este país.
La región de Loreto fue de las más azotadas por el virus en 2020; al momento han fallecido 52 mil personas en Perú, 3 mil 200 en Iquitos, donde se cuentan 550 mil habitantes.
Los dos únicos hospitales de este lugar no fueron suficientes para atender a los enfermos, se concentraron en los pasillos y ahí morían a falta de oxígeno, medicamentos y de personal médico por falta de capacidad en todos los sentidos para tratarlos.
Muchas son las historias de personas que llevaron a sus familiares al hospital y salieron sin ellos, ni vivos ni muertos, solo se les avisaba que habían sido sepultados en sitios donde no podían llegar a causa del confinamiento; el cementerio de San Juan, a menos de 20 kilómetros de ahí, no estaba tan lejos, pero era inaccesible.
No se enteraban en primera instancia que eran enterrados en una fosa común, sin nombres; un testimonio anónimo señaló que hubo al menos 330 cadáveres en la misma situación. Les habían mentido.
Los panteones y crematorios fueron insuficientes ante la crisis provocada por los embates del virus SARS-CoV-2 y el gobierno no supo cómo hacerle frente, solo actuó con mentiras.
Las autoridades mantienen el silencio pero las familias acuden al campo de tierra roja y árboles cortados en la Amazonía peruana donde yacen padres, esposos, hermanos, hijos enterrados sin permiso.
Hugo Torres ahora es un guardián del lugar. Relató a la AP que ayudó a descargar los cuerpos de un camión de la Marina de Guerra y a colocarlos en los huecos excavados sobre la tierra rojiza.
“Enterrábamos a 30, 40, un día a 50, los muertos estaban en bolsas negras, entre cuatro agarrábamos de cada punta, si pesaba más lo cargábamos entre seis”, aseguró el hombre de 42 años.
El hombre relató que comenzaron excavando tumbas para tres cuerpos, luego ocuparon un tractor para hacer fosas rectangulares de más de 15 metros de largo y por tres de ancho y ahí depositaban los cadáveres en dos filas.
En su momento, el gobernador de Loreto, Elisbán Ochoa, se comprometió a exhumar los cuerpos y, nueve meses después continúan igual.
No obstante, declaró que no era una fosa común sino un nuevo “cementerio Covid”, construido prácticamente de la noche al a mañana por el aumento de fallecimientos; incluso señaló que hay una lista de los lugares donde están depositados los cuerpos y la intención de hacerlo saber a las familias.
El nuevo cementerio Covid es más grande que cuatro campos de futbol y el terreno está aplanado, sin huellas de que sea un camposanto, ahí, los dolientes han acudido a poner cruces donde creen que puedan estar sus muertos.
Las familias demandaron al gobierno local para obligarles a recuperar los restos, pero un juez falló a favor de las autoridades, diciendo que la ley establece la exhumación un año y un día después del entierro. Las familias han apelado la sentencia porque la norma fue modificada en 2018 y sí es posible la exhumación, según el abogado de los deudos Pedro Casuso.
Fuente apnews.com / ny1noticias.com