Por Arturo Magaña Duplancher
Elijo el título en español de una de mis películas favoritas (Kevin Macdonald, 2006) sobre el dictador ugandés Idi Amin, por considerar que evoca perfectamente, el título no el tema, el dilema que enfrenta Carlos III de Inglaterra con respecto al Reino Unido y desde luego a la Mancomunidad Británica. Y es que tanto la idea del Reino Unido como Estado unitario comprendido por cuatro naciones -a saber, Escocia, Gales, Inglaterra e Irlanda- como el proyecto de la Mancomunidad Británica de Naciones que aún agrupa a 54 países compartiendo lazos históricos y políticos con el Reino Unido, parecen entrar en una etapa nueva y desafiante.
En lo inmediato, la muerte de la Reina Isabel II provocó una reacción generalizada de solidaridad, empatía y nostalgia por el personaje y por la monarquía. Conforme avanzan los días, sin embargo, van reabriéndose, uno a uno, los expedientes del colonialismo, los anhelos republicanos y el independentismo. Es por ello que, contra viento y marea y no sin dificultades, quizá no haya mejor indicador de éxito del reinado de Isabel II que la notable unidad mantenida por siete décadas tanto en el Reino como en la Mancomunidad.
En efecto, el primer ministro de Antigua y Barbuda, Gaston Browne, anunció que convocará a un referéndum en un plazo de tres años para que la población decida si quiere mantenerse unida a la monarquía británica. En muchos otros países del Caribe anglosajón, la idea de abrazar el republicanismo gana adeptos todos los días, después de que Barbados se proclamara una República a finales de 2021, pero especialmente ahora. La consigna de “Muerta la reina, no más rey”, parece avanzar con fuerza en Santa Lucía y San Vicente y las Granadinas. En Jamaica, 56% de la población se manifiesta a favor de remover al monarca británico como Jefe de Estado y en Belice una Comisión constitucional ya creada analizará el tema. Para algunos de estos países que aún reconocen como jefa de Estado a la reina Isabel II, la sucesión parece abrir la oportunidad no sólo de implementar este ansiado cambio de régimen político sino incluso de emprender un proceso de justicia restaurativa.
Por su parte el primer ministro de Australia ha declarado que, si bien es inapropiado hablar ahora de republicanismo por respeto a la reina Isabel II, a la que tanto querían los australianos, no podría descartarlo en un mediano plazo. Aún queda el recuerdo del referéndum de 1999 en donde quedó claro que la mayoría de la población era más isabelina que monárquica.
Pero fue en el Castillo de Balmoral donde, como dice Alex Salmond, fundador del partido gobernante de fe nacionalista, “murió la reina de los escoceses” y desde donde el futuro se ve con cierta incertidumbre. Este fin de semana, en efecto, una multitud reunida en las calles de Edimburgo despidió a la reina Isabel II. No obstante, aún se recuerda una encuesta del año pasado en la que el think tank British Future recogió que solo 45% de los escoceses estaría de acuerdo en mantener la monarquía como forma de gobierno. El gobierno de la primera ministra Nicola Sturgeon ha confirmado hace unos meses que el 18 de octubre de 2023 habrá un nuevo referéndum consultivo sobre la independencia de Escocia del Reino Unido. Esto deberá obligar al nuevo rey a desplegar una estrategia de acercamiento mucho más estrecho Escocia, seguramente haciendo más concesiones autonómicas. Y es que la corona es hereditaria pero el respaldo popular no.
*Arturo Magaña Duplancher es director editorial de @Globalitika plataforma de análisis y opinión sobre política internacional. Es licenciado en relaciones internacionales por El Colegio de México y maestro en la misma disciplina por la Universidad de Leiden, Países Bajos. Ha sido consultor, asesor e investigador con una trayectoria profesional de dos décadas en el Congreso de la Unión y ha publicado textos en medios nacionales e internacionales. Ha sido también Fellow de la Escuela de Gobernanza Transnacional del Instituto Universitario Europeo con sede en Florencia, Italia. Twitter: @Duplancher