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El infierno

por Marcos Pérez Esquer

La tragedia del incendio en las instalaciones de la Secretaría de Gobernación que cobró la vida de 39 personas migrantes es la incineración de la moral obradorista. Calcinadas quedan su autoridad moral, su carta moral, su honestidad valiente, todo. Paradójica resulta ahora la aseveración presidencial de que la oposición estaba moralmente derrotada; su dicho languidece ante la victoria de su propia inmoralidad.

Y es que estos hechos, y lo que hay a su alrededor, evidencian una impudicia   inmensa. La sistemática violación de los derechos de las personas migrantes, la inepcia de los funcionarios, la crueldad de los mandos, el ánimo de ocultamiento, y la red de corrupción que subyace a estos sucesos, conforman todo un infierno en el que arden los más desdichados. Veamos sus nueve círculos:

1.- El gobierno mexicano, hincándose ante las órdenes de los Estados Unidos, ha aceptado convertir a México en el muro de contención de la migración hacia el vecino del norte, y peor aún, ha aceptado hacer el trabajo sucio de violar los derechos humanos de las personas migrantes, y hacer de nuestro país una cárcel y un erebo para ellas.

2.- Ilegalmente, el INM -autoridad migratoria, y Hades de este inframundo-, dispone filtros de revisión migratoria en las que, en función de su fenotipo, es decir, de su apariencia física, color de piel, acento o idioma, les exigen a las personas acreditar su legal estancia en el país, con lo que se les discrimina y se viola la Constitución -como ya lo dijo la Suprema Corte-, y por supuesto, quien no paga, no pasa.

3.- Ilegalmente también, los detienen para encerrarlos en centros eufemísticamente denominados “albergues”, o “estancias”, pero que, como ha quedado clarísimo, en realidad se trata de auténticas prisiones en las que encarcelan a quienes ningún delito han cometido, salvo desear un futuro mejor o incluso simplemente un futuro.

4.- Se coloca a cargo de estos temas a personas absolutamente ineptas. Un Comisionado del INM que antes era encargado del sistema penitenciario (lo cual explica algunas cosas); un representante del INM en Chihuahua, de perfil militar (lo cual explica otro tanto); un responsable del centro de detención en Ciudad Juárez que antes era el encargado de un deshuesadero de autos, y agentes sin capacitación alguna subcontratados a una empresa de seguridad privada.

5.- La ausencia de políticas y protocolos de actuación saltan a la vista; el video difundido revela cómo los agentes no atinan a reaccionar, y salen del lugar dejando a los migrantes encerrados a merced de las llamas.

6.- El abogado de las víctimas sostiene que un agente llamó por teléfono al vicealmirante que representa al INM en Chihuahua, y que fue este quien expresamente ordenó dejarlos encerrados. De confirmarse esto, el crimen sería ya de lesa humanidad, y de una diabólica crueldad.

7.- Sorprende que, habiendo conocido el video que demuestra la inacción de los agentes de migración, el Presidente de México haya querido engañar a la población echando la culpa a los migrantes, revictimizándolos, y ocultando la verdad completa. Solo la filtración del video nos dejó ver la realidad del incendio y el incendio de la moral presidencial. Ante la tragedia humana, un gobierno que se hizo pasar por humanista, termina apostando por la complicidad.

8.- Y qué decir del vergonzoso traslado de culpas del Secretario de Gobernación al Canciller, del Canciller al Comisionado del INM, del Comisionado a la empresa de seguridad, y del presidente a los migrantes. La malignidad política campeando.

9.- Y de entre las tinieblas de este abismo, sale a la luz que el dueño de la empresa de seguridad privada es el cónsul representante de la luciferina dictadura nicaragüense. Empresa que, de haber obtenido un solo contrato durante el sexenio pasado, y no haber sido recontratada debido a acusaciones por violaciones de derechos humanos de migrantes, pasó a obtener, en el actual gobierno, alrededor de 130 contratos que suman más de 3 mil millones de pesos. Además, empleados y exempleados denuncian la falta de capacitación incluso entre el personal que porta armas de fuego, y la cotidiana violación de sus derechos laborales.

La migración humana suele ser un drama, pero en nuestro país se torna infernal. Es la hora de reconocer que migrar por mejores condiciones de vida es un derecho humano, y que los países deben atender el fenómeno bajo esa lógica. Pero ello requiere altura de miras, y aquí estorba la ceguera de un gobierno sin moral al que le espera su propio crujir de dientes.

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