La decisión de legalizar los carros chuecos es correcta, atiende a una realidad consecuencia de la voluntaria decisión de los gobiernos anteriores de no respetar el estado de derecho y privilegiar al mismo tiempo intereses políticos.
La queja de los empresarios del ramo automotriz, luego del anuncio del presidente López Obrador es, de un modo diferente -también correcta- aunque es impopular y no habrá forma de que consiga la aprobación del pueblo bueno, en principio porque como muchas otras expresiones salidas desde la oposición, no logran conectar con la mayoría, no se comunican en un lenguaje que provoque empatía.
La medida no tiene que ver con asuntos de economía ni de mercado, porque así como fue política la decisión de dejar pasar esos carros y permitirles circular ilegalmente, también lo es la decisión de legalizarlos.
Pero además es lo más práctico frente a una realidad a la vista de todos, como es que por todo el territorio nacional, sobre todo en el norte, hay miles y miles de vehículos con esas características, que es materialmente imposible regresar a territorio norteamericano, tampoco hay capacidad logística del gobierno para decomisarlos y no habría corralones suficientes para almacenarlos.
Hay que legalizarlos, no hay otra opción, porque eso también significa un acto de justicia para quienes tienen un carro legal y pagan todos los derechos e impuestos que eso significa.
Porque chuecos o derechos, usan las mismas calles y contaminan el mismo aire de la misma ciudad por la que circulen.
Porque es correcto que paguen impuestos y porque es correcto que quienes poseen un carro con esas características, tengan certeza legal sobre dicha posesión.
Y porque además no es la primera vez que se determina una legalización…y me temo que no será la última.
El problema es y seguirá siendo que el gobierno federal se hizo, se hace y se seguirá haciendo de la vista gorda frente a todo lo que entra de forma ilegal por la frontera de Estados Unidos hacia México, de tal forma que dentro de unos años veremos de nuevo las calles llenas de carros pafas, a familias y líderes reclamando su legalización porque es el patrimonio familiar.
Y así seguirá, independientemente del partido que nos gobierne.
Y con esa decisión se beneficiarán una bola de baquetones que en realidad sí tienen para comprar un carro mexicano, pero no lo hacen porque no les da la gana. Irán ocultos en la mayoría que, de verdad, no ha podido comprarse un carro mexicano.
Y aún después de la legalización, seguirán entrando esas unidades porque también significa un negocio de miles de millones de pesos que no van a dejar ir tan fácilmente.
Y porque si el gobierno es incapaz de detener las toneladas de armamento norteamericano que entra a México y va a parar directamente a las manos del crimen organizado, menos va a detener esos carros.
Tan claro como que la medida anunciada no se acompaña de una estrategia para impedir que ese negocio siga… Así que seguirá.
Los gobiernos siempre le han dado dulces al pueblo, cosas con qué entretenerse o distraerse. Algo con lo que sientan que le ganaron una al gobierno.
Este es un dulce bastante apetitoso para una gran parte de la población, que aunque no tenga papeles de su carro, sí tiene credencial para votar vigente y eso es mucho más importante.
Y esos dulces no los tiene ni Obama, más que el gobierno… Y tiene muchos y de muchos sabores.
Aquí no hay neoliberales, conservadores, fifís, chairos o lo que sea. Aquí sí todos los gobiernos han sido hasta la fecha iguales, ejercen, aplican e interpretan de forma selectiva las leyes y las facultades que estas les otorgan para dejar o no dejar hacer.
Pero no había, desde hace décadas, un presidente tan hábil para comunicarse con las masas, con mensajes tan claros y coloquiales que a pesar de los problemas le mantengan sus niveles de aprobación.
Ya si lo que dice es cierto o no es otra cosa.