Muy lejos está el sistema de salud pública en México de parecerse siquiera un
poco al de Dinamarca. La promesa presidencial de que pronto tendríamos un
sistema de salud como el de Dinamarca parece cada vez más un mal chiste.
Desde luego que creo que México podría -y debería- tener un sistema de primer
mundo. México no es una economía menor, no es un pequeño país que no pueda
aspirar a eso y más; sin embargo, con las decisiones que toma el gobierno lejos
de acercarnos a ello, cada vez estamos más lejos del objetivo.
Con la cancelación del Insabi quedó claro lo que muchos anticipábamos al
momento de su creación: que se estaban desmantelando algo que servía, que era
el Seguro Popular, para sustituirlo por una instancia creada sin planeación alguna,
una mera ocurrencia. Y no es que el Seguro Popular fuese una maravilla, tenía
sus carencias y defectos, pero iba avanzando muy bien, poco a poco, tanto en
cobertura de población, como en cobertura de enfermedades.
La ocurrencia del Insabi es ahora sustituida de nuevo por otra ocurrencia:
encargar el asunto al IMSS-Bienestar. Pero de nuevo sin la debida planeación, y
sin dotarle de los medios y presupuestos necesarios. El asunto está destinado a
convertirse en un nuevo fracaso, y eso que en los últimos 5 años ya pasamos de
los 20.1 millones de mexicanos que no tenían atención en salud, a los 50.4
millones. Una tragedia.
Todo esto ha llevado a que la esperanza de vida de las y los mexicanos haya
disminuido 4 años, pasando de 75 a 71 años. Así de importante es que el gobierno
tome buenas o malas decisiones. En este caso, las malas decisiones nos costarán
a cada mexicano 4 años de nuestras vidas.
Se dirá que con la pandemia la reducción de la esperanza de vida fue un
fenómeno mundial, y es verdad, pero no en los niveles de México. Solo 8 países
de la OCDE redujeron su esperanza de vida en más de 4 años: Perú, 5.6;
Guatemala, 4.8; Paraguay, 4.7; Rusia, 4.3; Bolivia, Bulgaria y Macedonia, 4.1; y
México, 4.0. Pero estos son justamente los países que peor hicieron las cosas, en
promedio el mundo perdió casi 1 año de esperanza de vida en promedio entre
2020 y 2021, y 9 meses entre 2021 y 2022.
Con esta reducción, México se coloca como el país de la OCDE con menor
esperanza de vida, ya que el promedio es de 81 años, y en México -repito- 71.
¡Diez años de diferencia!
Pero la explicación del colapso no está solo en los cambios del Seguro Popular al
Insabi, y del Insabi al IMSS-Bienestar, y en la pésima gestión de la pandemia, hay
otros aspectos más. Veamos:
1. El desabasto de medicamentos. Este problema también ha sido generado por
mera inepcia. En su cruzada contra las grandes farmacéuticas, el presidente vetó
la compra de medicinas a 10 de ellas, sin tener otra alternativa; luego encarga las
compras a la ONU (a la UNOPS), lo que resultó en un gran fracaso, luego lo pasó
a la SHCP, luego a la Secretaría de Salud, y por último al IMSS. Con tantos
cambios, es natural que haya problemas y desorden. Y los niños con cáncer
pagan el pato.
2. La falta de mantenimiento a la infraestructura hospitalaria. Todos los días
vemos noticias sobre desperfectos en equipos médicos, elevadores, techos,
plomería, y hasta situaciones de falta de higiene, en los hospitales del país.
3. El abandono del programa nacional de vacunación. En su absurda política
austericida, el gobierno ha preferido dedicar esos dineros a proyectos faraónicos,
dejando a gran parte de la población infantil sin cobertura en vacunación. No hay
mejor inversión en salud que la preventiva; cada peso invertido ahí, significan 6 de
ahorro en atención médica correctiva posterior. Sin embargo, en 2022 solo se
cubrió al 27.5% de la población infantil, cuando hace una década, se cubría al
90%.
4. Un presupuesto mediocre y a la baja. Decíamos que se redujo la cobertura en
vacunación, y claro, este gobierno recortó ese presupuesto en 54% respecto del
año anterior, es decir, bajaron los recursos para vacunación de 29 mil millones en
2022, a 14 mil millones de pesos en 2023. Pero eso solo en vacunación, en el
sistema en general, se invierte solo el 2.84% del PIB, cuando el promedio de la
OCDE es del 6% (en Dinamarca invierten el 11%, por cierto). Por eso no
sorprende que México tenga un médico por cada 417 habitantes, y Dinamarca 1
por cada 244.
En fin, hay otros aspectos que inciden en el desastre en salud en el que estamos,
y en el que el gobierno no hunde cada vez más, pero insisto, cada vez estamos
más lejos de Dinamarca, y cada vez más cerca de Haití.