Por Germán Lohr
Vale la pena echar un ojo al informe del Laboratorio Mundial de la Desigualdad que junto con la Organización de Naciones Unidas fue presentado recientemente.
En su resumen ejecutivo se confirma y destaca que muy a pesar de que vivimos en un mundo en el que -por cierto- lo que abunda son los datos y cifras, aún seguimos careciendo de información básica respecto a la desigualdad.
Conocemos por ejemplo el comportamiento del crecimiento económico por país, estado o región, empero poco sabemos cómo se distribuye entre la población.
He ahí la importancia del presente análisis que durante cuatro años realizaron 100 investigadores, quienes se vincularon con gobiernos y autoridades fiscales, universidades, académicos y organismos de la sociedad civil.
Mucha información vertida que data desde 1820 a la fecha: prácticamente dos siglos para valorar y comparar los ingresos y la riqueza generada por la sociedad en sus diferentes estratos sociales.
Actualmente la desigualdad entre riqueza e ingreso de acuerdo a la serie de tiempo 1820-2020 sigue siendo abismal en el mundo, no se diga al interior de los países tanto ricos como emergentes y pobres.
En términos generales,10% de la población mundial se sigue quedando con 52% o más del ingreso y la riqueza mundial, a diferencia de la mitad más pobre que apenas alcanza 8.5%
Sin embargo, es importante enfatizar que la desigualdad de la riqueza sigue siendo más pronunciada que la del ingreso mundial. Es decir, la población más pobre apenas posee 2% del total de la riqueza, en contraste con 10% que posee el 76%.
En este contexto, Europa es la región menos desigual del mundo en cuanto a ingreso de la población mientras que Medio Oriente y África son las más desiguales y nosotros, en América Latina, andamos cerca de estas.
Lo mismo sucede en países con ingresos muy altos como EEUU y Suecia donde la desigualdad no es la misma ya que Suecia sigue siendo una de las sociedades más igualitarias del mundo.
Pero bueno, en países de ingresos medio y bajo la desigualdad es más extrema en lugares como Brasil. La India, China y México por citar algunos, aunque lo relevante del estudio es justamente su inexorable avance.
Lo reitero, debido a que justamente en 200 años 10% de la población de ingresos altos se queda con el 55 a veces 60% del pastel, mientras que más de la mitad con ingresos bajos fluctúa entre 7 y 14%.
En resumen: este informe nos invita a propios y a extraños a revisar nuestras políticas públicas y repensar los modelos aplicados con sus pros y contra que los hay a fin de enfrentar esta década y las que vienen.
Hay, no lo dudo, muchos esfuerzos en economías ricas y emergentes que podrían revisarse y sacar el mejor provecho posible a fin de no empeorar este asunto relevante y estratégico.
Un escenario pertinente que aparece aquí es la aplicación de los impuestos progresivos en los estratos altos de ingreso y riqueza los cuales podrían generar varios puntos del PIB mundial para aplicarse en salud, educación y la transición ecológica que seguirá dando de qué hablar.
Los desafíos del siglo XXI ameritan continuar estos esfuerzos realizados por los gobiernos y la sociedad a fin de ir revirtiendo este gran lastre de la pobreza y la desigualdad que existe y persiste lamentablemente.
He dixi.