Empecemos con las cifras recientes del Centro de Estudios del Sector Privado (CESP) respecto al comportamiento de la Inversión extranjera directa -IED- que ya en el último trimestre de 2024 dio síntomas de debilidad con un monto no visto desde 1985 de solo 676.5 millones de dólares.
El mismo centro ya nos había advertido con datos del INEGI de las cifras negativas del PIB y de la escasa reinversión de utilidades de muchos negocios que tampoco fueron concretados mediante la relocalización de empresas.
Sin duda alguna, la incertidumbre económica y ahora los aranceles han jugado en contra de generar un buen ambiente para invertir, no se diga la reforma judicial entre otras políticas públicas que nos traen de capa caída, un día sí y otro también.
El mismo Banco de México ha llevado a cabo desde el año pasado a la fecha varios ajustes siempre a la baja del PIB que debe poner a remojar las barbas de la secretaria de Hacienda en cuanto al potencial ajuste de su déficit fiscal y sus expectativas en cuanto al manejo de las finanzas públicas.
Lo que por sabido se calla es al respecto, la poca sustentabilidad de nuestras finanzas públicas cada vez más presionada para cumplir con su ejercicio fiscal y presupuestal.
Recordemos que este paquete económico se hizo con un crecimiento del 2.3% que ahora ronda el 0.6%, lo cual, infiere que los ingresos tributarios deberán ser recalculados, puesto que serán menores a lo previsto en al menos 100 mil millones de pesos.
Es una cifra preocupante para varias secretarias y rubros de gasto, entre otros, las participaciones a estados y municipios, no se diga la salud, educación e infraestructura, dado que los programas sociales cada vez crecientes son de momento intocables.
Con este entorno complicado, será difícil cumplir con la reducción del déficit de dos puntos del PIB ya que, como se acostumbra a decir en esta columna, no está el horno para bollos ni la novia para tafetanes.
Mientras tanto, en materia de planes, ya se envió el Plan Nacional de Desarrollo 2025-2030 a la cámara de Diputados para su aprobación cumpliéndose ahora sí con la ley de Planeación en su artículo 21 que, por cierto, la pasada 4T se pasó por el arco del triunfo.
Pero bueno, antes se había anunciado el Plan México, que debió ser un programa de mediano plazo, pero a estas alturas no se le pueden pedir peras al olmo.
El asunto ahora es que hay que replantear nuestros escenarios y ajustarlos a lo que ya tenemos enfrente.
Y bueno, lo que tenemos enfrente, por ejemplo, será cumplir con los objetivos para empezar del Plan México, el cual, pretende elevar la inversión total al 28% del PIB para el 2030 ya que, de acuerdo a este plan, la iniciativa privada deberá pasar del 22 al 25% del PIB, lo cual, será sin duda una variable a revisar.
Se entiende que, con todo este ambiente adverso en pleno arranque sexenal, lo primero es no malgastar los recursos escasos con que cuenta la Federación en varias obras que no terminan de arrancar y que tendrán por fuerza ser replanteadas a la brevedad.
Se conoce que muchas de las obras faraónicas del sexenio pasado tienen un bajo impacto económico y su potencial está en veremos en PEMEX y CFE ya que en vez de ser palanca son un obstáculo para el despegue que se pretende con los planes de desarrollo.
HE DIXI.