Cuando hablamos de porcicultura poco nos imaginamos que la carne de cerdo es de las más representativas en términos de consumo humano dado su alto potencial proteico.
En México la carne de puerco, es la segunda más consumida después del pollo, y como bien señala el refranero popular, ¿Qué come el poblano? Cochi, cerdo, sancho, puerco y marrano.
La razón de lo anterior estriba en su mejor aprovechamiento como especie, su precio menor frente a la carne de res, junto con la sanidad e higiene no se diga las distintas maneras de cocinarlo
Además de lo anterior, nuestro país es altamente reconocido en materia de exportación porcicola hacia distintos continentes ya que durante décadas hemos estado libres de la fiebre porcina clásica y otras enfermedades.
Hablando de ranking, estamos dentro de los primeros 15 países productores del mundo y a nivel nacional la porcicultura es altamente representativa del PIB primario ubicándose en todo el territorio nacional, aunque con marcada presencia en Jalisco, Sonora, Puebla y Yucatán.
Estas entidades cuentan con más del 50% del inventario en el país y juntas generan alrededor del 63% de la producción de carne de cerdo, si a ello le sumamos Veracruz, Guanajuato y Michoacán prácticamente se concentra el 90% del total nacional.
Ahora bien, en cuanto a modelos y sistemas de producción se tienen distintas modalidades, están, por ejemplo, los grandotes, con sistemas tecnificados y de gran escala equiparables al de los países más avanzados cuyas granjas producen el 50% del total del sector.
Luego están los productores de mediana escala menos tecnificados cuyas granjas varían de 50 a 500 vientres en promedio con producción dirigida al consumo regional y local cuyas granjas producen un 20% del total del sector.
Por último, están los pequeños productores que son la gran mayoría conocida en muchos casos como de traspatio los cuales llegan a representar hasta un 30% de la producción de carne de cerdo siendo los menos tecnificados, con condiciones sanitarias inadecuadas y emproblemados financieramente.
En este sector el costo del alimento es alto, al representar alrededor del 70%, seguido del 10% de la mano de obra, sanidad 5%, genética el 1.5% y el resto en energía y comercialización. Mucho por hacer en esta materia en el sexenio que sigue.