La portavoz de la Casa Blanca, Karoline Leavitt, celebró la extradición de Rafael Caro Quintero y otros 28 presuntos narcotraficantes a Estados Unidos, afirmando que “la administración Trump está declarando a estos matones como terroristas, porque eso son, y exigiendo justicia para el pueblo estadounidense”.
En un mensaje publicado en X, Leavitt informó que “anoche, 29 miembros de cárteles mexicanos fueron extraditados a Estados Unidos”, destacando que entre ellos está “uno de los jefes de cártel más malvados del mundo, Rafael Caro Quintero, quien torturó y asesinó al agente Kiki Camerena, de la DEA, en 1985”.
Leavitt subrayó el esfuerzo del gobierno al señalar que “el presidente Trump ordenó al Departamento de Justicia y al Departamento de Estado que hicieran que esto sucediera, y la Fiscal General Bondi y el Secretario de Estado Rubio hicieron un trabajo tremendo para lograrlo”.
Además, criticó duramente a la gestión previa, asegurando que “la administración anterior permitió que estos criminales anduvieran libres y cometieran crímenes en todo el mundo”.
Caro Quintero y Vicente Carrillo Fuentes, parte de los 29 extraditados, comparecerán este viernes a las 13:00 horas locales (mediodía en la Ciudad de México) ante el juez federal Robert Levy en la Corte Federal de Brooklyn, Nueva York.
Según un comunicado del Departamento de Justicia, “los acusados fueron expulsados de México (…) para enfrentar cargos federales contenidos en acusaciones separadas en el Distrito Este de Nueva York”.
El jueves por la tarde, la fiscal general Pam Bondi confirmó que los 29 acusados ya están bajo custodia estadounidense.
Entre los extraditados también figuran los hermanos Miguel Ángel y Omar Treviño Morales, líderes de Los Zetas, y Carrillo Fuentes, quien encabezó el Cártel de Juárez por casi 20 años.
La mayoría enfrenta posibles condenas de cadena perpetua en tribunales de Nueva York, el Distrito de Columbia, Texas, Arizona, Chicago o Carolina del Norte, mientras que seis de ellos, incluidos Caro Quintero y Carrillo Fuentes, podrían ser sentenciados a pena de muerte o cadena perpetua.