Enviado por un buen amigo, OM, en sintonía, me llegó un documento de la FAO, que es la Organización para la Alimentación y la Agricultura de las Naciones Unidas, la ONU, llamado “Alimentación y Paz Mundial”.
Se trata acerca del impacto de nuestro consumo en la salud, la conducta y el medio ambiente, el que trataré de resumir, dado que en el asunto del comer para vivir hay, como dice un anuncio, un mundo de posibilidades.
Es decir, variables en juego que tienen que ver con la cultura, la cual, está rodeada de tradiciones, costumbres, preferencias, religión, salud física y mental, no se diga disponibilidad de recursos naturales.
Luego, entonces, de lo que se trata es de que todos y cada uno de nosotros seamos responsables de los equilibrios o repercusiones de la alimentación, no solo en el medio ambiente sino en nuestro entorno social.
Lo destaco ya que alimentar a casi 8 mil millones de seres humanos en el planeta nos impacta a todos, por todos lados, tanto en la producción, transporte y comercialización de los mismos alimentos de origen animal o vegano.
Tan solo la producción de alimentos ocupa el 43% de la tierra, sin contar desiertos y regiones heladas, siendo la responsable de más del 26% del efecto invernadero y calentamiento global, sin dejar de lado que 2/3 partes del agua que utilizamos se va para riego y dar de beber a los animales.
Para contextualizar lo anterior, no es lo mismo, dicen los especialistas, producir un kilo de carne que uno de soya. El primero, para producirlo, consume 15 o 20 veces más agua que el segundo.
Producir un kilo de carne de res, según la FAO, requiere de al menos 15500 litros de agua, a diferencia de las frutas y verduras que oscilan entre 700 y 1000 litros.
Es por ello que producir carne roja y lácteos conlleva utilizar el 83% de la tierra dedicada a la producción de alimentos de origen animal que solo aportan 37% de las proteínas y 18% de las calorías con una huella hídrica considerable.
La consecuencia actual es que ¾ partes de la superficie del planeta se destina a fines agrícolas y ganaderos en gran parte responsables de la contaminación y la emisión de gases que agravan el calentamiento global incluso más que los autos y las fábricas.
Ejemplo de lo anterior es nuestra América Latina, cuya deforestación de bosques y selvas es convertida en campos de cultivos de granos y cereales, siendo a estas fechas responsables de la destrucción del 91% del Amazonas.
Según la FAO, la producción actual de alimentos en el planeta es suficiente para alimentarnos, sin embargo, hay 800 millones de seres humanos que padecen hambre como también hay 1000 millones con obesidad y sobrepeso.
Desde luego que contamos con una capacidad 17% mayor para producir alimentos que hace 30 años, aunque el problema está en la dieta calórica de baja calidad nutricional y lo barato que, aparentemente, resulta empero. Si lo ligamos a la salud física y mental de la gente, salimos perjudicados.
Pero bueno, el punto es generar conciencia en lo que comemos y hacia dónde nos lleva, ya que tanto aire, tierra y mar se están sobreexplotando y contaminando en forma acelerada.
A la fecha, el 30% de las especies marinas están por debajo del límite biológico corriendo el riesgo acelerado de su extinción.
Hágase el Pan, es el lema de la FAO,” Fiat Panís” y vaya que contamos con la levadura y el fermento para hacerlo, de ahí que generar conciencia de la alimentación y sus repercusiones sea tan necesario.
Alzar la voz y dialogar generando propuestas, es un buen camino para mejorar la triada, producción, comercialización, distribución, siempre y cuando, mejore nuestra nutrición sin dañar sobremanera más el medio ambiente como lo venimos haciendo.
HE DIXI.