Dice el dicho que mal inicia la semana para el que ahorcan en lunes. Pues mal inició el 2024 en materia de cambio climático, ya que según organismos internacionales, enero fue el mes más caluroso desde que se tienen registros.
La Organización Meteorológica Mundial (OMM) informó que la temperatura promedio mensual del aire en superficie fue 1.66 grados centígrados superior a la estimación de la media de enero para el periodo 1850-1900, el periodo de referencia preindustrial.
No obstante, la agencia aclaró que esto no significa que el mundo ya haya sobre pasado el límite de los 1.5 grados mencionado en el Acuerdo de París sobre el cambio climático, ya que se debe tomar en cuenta que ese convenio se refiere al calentamiento a largo plazo, es decir, durante varios años y no a un rebasamiento mensual o anual.
Adicionalmente, la temperatura de enero fue 0.70 grados superior a la media de 1991-2020 y 0.12 grados superior a la temperatura del anterior enero más cálido del año 2020.
Por otra parte, según el Servicio de Cambio Climático de Copernicus, el fenómeno de “El Niño” empezó a debilitarse en el Pacífico, pero las temperaturas del aire marino siguieron siendo excepcionalmente altas.
Es importante recordar que “El Niño” es un suceso oceánico-atmosférico que tiene lugar cuando las aguas del océano Pacífico empiezan a calentarse por encima del promedio.
La temperatura media global de la superficie del mar en enero alcanzó los 20.97 grados centígrados, un récord para ese mes, ya que fue 0.26 grados más cálido que el anterior enero más caliente registrado en 2016.
De hecho, desde el 31 de enero, la temperatura diaria de la superficie del mar ha alcanzado récords absolutos, superando los valores máximos anteriores del 23 y 24 de agosto de 2023.
La OMM ya ha confirmado que 2023 fue, por buen margen, el año más cálido jamás registrado debido al cambio climático inducido por el hombre y al calentamiento provocado por El Niño.
El problema es que estos factores continuarán impactando y por ello se vislumbra un futuro próximo marcado por un aumento en el calentamiento global, con alta probabilidad de que se batan más récords de temperaturas.
Esto significará un gran desafío para el gobierno saliente y entrante a nivel federal, así como para el Gobierno estatal y los municipales en Sonora. Un 2024 más caliente que 2023, podría impactar severamente la disponibilidad de agua no solamente para uso agrícola, sino también para consumo urbano. Siete presas en Sonora se encuentran por debajo del 30% de su capacidad de almacenamiento y en particular El Novillo está al 16%.
El fuerte calor, combinado con una menor disponibilidad de agua para uso agropecuario, podría limitar la producción del sector agrícola sobre todo en el Sur del Estado, actividad que aún es predominante para toda la economía de esa región.
Finalmente, temperaturas récord en 2024 pueden disparar aún más el consumo energético en Sonora, lo que se podría traducir en apagones que afecten la productividad si no se tiene una generación de energía suficiente, pero sobre todo podría impactar a los usuarios con recibos de luz todavía más altos que en 2023.
Estas tres potenciales afectaciones deberían estar ocupando a las autoridades, sobre todo a nivel federal, en destinar recursos extraordinarios para atender la emergencia de agua que se viene, apoyar a los productores agropecuarios, acelerar inversiones en generación y distribución de energía eléctrica y otorgar a los usuarios sonorenses tarifas justas, con base en los menores costos de la electricidad que se produce en el estado.
Lamentablemente, todo indica que tendremos que esperar hasta octubre, cuando tome posesión un nuevo gobierno federal, ya que al actual se le ve más concentrado en la contienda electoral y no en reaccionar a la crisis que se viene.
Twitter: @gomezreyna