En ocasión anterior tratando el tema de la política social y las campañas que se avecinan destaque que las dadivas o el asistencialismo social y clientelar de la 4T no eran la bala de plata para acabar con la pobreza ni la desigualdad social.
Que dichos programas sociales pretendían detener el viento con las manos o que sencillamente un globo no hacia la fiesta, es decir, se requería elevar los ingresos vía el empleo y el crecimiento económico para salir de pobres.
En sintonía con ello, la Comisión Nacional de Salarios Mínimos, la CONASAMI, comisión tripartita de gobierno, empresas y trabajadores establecía que gracias a los ajustes salariales en los últimos tres años habían salido de la pobreza 4.1 millones de personas.
Estos frutos alcanzados han calado hondo al permitir una reducción del 23.7% en el número de pobres en el país, digamos uno de los logros más significativos del sexenio.
Brincamos de 88.36 pesos en el 2018 a 207.44 pesos el 2023 para la mayor parte del país no se diga en la zona fronteriza norte con 312.4 pesos, ajustes cuyos incrementos muy por encima de la inflación permitieron su recuperación ya cercana al 100%.
Ahora bien, ya para el cierre del sexenio, el gobierno quiere cerrar con broche de oro y colgarse las medallas con incrementos de alrededor del 15% en promedio, aunque los trabajadores pretenden un 25% y las empresas ofrecen el 12.8% de acuerdo a lo anunciado por la COPARMEX.
Puro aumentos de al menos dos dígitos desde el 2019, sin serias repercusiones en el mercado laboral ni en los procesos inflacionarios de tal manera que el legado de la 4T al hacer caravana con sombrero ajeno no se ha detenido.
Cubrir más del 70% de la línea del bienestar social y que las familias en la formalidad cubran su canasta alimentaria son noticias muy positivas para tirios y troyanos.
Es más, siguen respaldadas con las expectativas de crecimiento para el 2023 ya que organismos como BID, FMI, IMEF, BANXICO, BBVA, pronostican tasas que van del 3 al 3,5% con una excepción la OCDE que sitúa al PIB en 2.6%.
Pero, no olvidemos que el 2024 y 2025 las expectativas económicas son menores y habrá elecciones por lo que hay que ser más racionales todos a fin de no dar al traste con lo alcanzado.
Efectivamente los pronósticos del PIB son menores al menos 1 punto porcentual para los años siguientes dado que nuestros vecinos del norte tienen expectativas a la baja en sectores como el industrial.
Lo anterior de entrada afecta nuestra balanza con el exterior al igual que las remesas y turismo no se diga las elecciones presidenciales y el volado de no saber si quedan o se van los demócratas.
La inflación y las tasas de interés altas también nos juegan contras en cuanto a recuperación se refiere de tal manera que hay que ver cómo se comporta el consumo doméstico.
Esperemos que el Nearshoring siga fluyendo lo mismo la inversión pública y privada ya reconocida como de menor impulso en las cuentas nacionales para los siguientes dos años.
En suma, hay que ir prospectando las tendencias de los nuevos mercados laborales de acuerdo a como se va gestando la participación de la inteligencia artificial y los grandes sectores económicos impactados por la tecnología.
El juego será sin duda más mente que mano de obra y con ello mejoras en la productividad de los negocios y de los países esto vale para la iniciativa privada como para los gobiernos del mundo.
HE DIXI