La Conferencia del Episcopado Mexicano, la Confederación de Superiores Mayores de México, la Dimensión Episcopal para los Laicos y la Provincia Mexicana de la Compañía de Jesús convocaron del 21 al 23 de septiembre al Diálogo Nacional por la Paz, que se celebró en la Universidad Iberoamericana en Puebla.
Fue la conclusión de un proceso en el que participaron más de 18 000 personas a lo largo y ancho del país en los Conversatorios por la Paz que se realizaron en las parroquias, colegios, centros comunitarios, y en los Foros Justicia y Seguridad que se celebraron en universidades y centros sociales.
Como resultado de ese esfuerzo se construye la Agenda Nacional de Paz documento de 110 páginas que recoge las aportaciones de los participantes. Al terminar el evento de Puebla, los organizadores decidieron, para continuar con el esfuerzo, constituir de manera permanente la Red de Acción para la Paz en México.
Esta nueva red surge de la convicción de que “es posible construir la paz, que podemos vencer las dinámicas de violencia y de destrucción del tejido social, sabiendo que no hay soluciones fáciles” y de que “la paz es un trabajo conjunto en distintos niveles y con todos los sectores sociales”.
Quienes convocan invitan a “vencer el miedo que nos afecta ante la indolencia y la ineficacia de las autoridades, que no se han ocupado de su principal tarea de procurar la unidad, la seguridad, la justicia y la paz del país”.
Y sostienen que se llega a este momento después del “ejercicio de oración, de encuentro, de diálogo y búsqueda de horizontes de esperanza, que nos permitan construir el México que queremos y merecemos, donde haya respeto a la vida, a la dignidad de todas las personas, al estado de derecho y logremos así la superación paulatina de las desigualdades sociales en todas sus causas”.
La red que ahora se constituye “no busca promover la confrontación ni la venganza, sino la unidad y la reconciliación del país, para que todos podamos ser protagonistas en la construcción de la paz y la justicia. Nadie debe sentirse excluido, participando las familias, las comunidades, los pueblos, las ciudades, las instituciones, las fuerzas políticas, la nación entera”.
Y esto “desde el dolor de las víctimas, que hacemos propio, porque el dolor de una debe ser el dolor de todos, queremos expresar que no están solas, que en México hay suficiente energía, generosidad e inteligencia para transformar nuestra realidad y superar esta oscura etapa que ya nos ha hecho suficiente daño a todos”.
La Conferencia del Episcopado Mexicano, la Confederación de Superiores Mayores de México, la Dimensión Episcopal para los Laicos y la Provincia Mexicana de la Compañía de Jesús dicen: “Estamos convencidos de que en este anhelo nos acompaña el Señor de la Historia, y por ello no solo decimos ¡basta ya!, sino, ¡este es el momento de actuar! Hoy tomamos nuestra responsabilidad ciudadana para proponer un itinerario de acción que haga vida las palabras del Profeta que proclama ¡Qué hermosos son los pies del mensajero que nos trae la paz! (Is. 52,7)”.