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La corrupción en México

por Rubén Aguilar

Mexicanos contra la Corrupción y la Impunidad (MCCI) acaba de dar a conocer la Encuesta MCCI-Reforma 2023. Es el quinto año consecutivo que se realiza. Esta es un aporte para conocer con información confiable, con datos duros, más allá de dimes y diretes, cuál es la percepción que tiene la sociedad mexicana sobre la corrupción.

A partir de su lectura de la encuesta, Jorge A. Alatorre, presidente del Comité de Participación Ciudadana del Sistema Nacional Anticorrupción, obtiene cuatro hallazgos sobre la percepción de la corrupción en nuestro país.

1) La corrupción como problema fundamental entre los mexicanos. Esta se encuentra entre los cinco primeros problemas que identifican los mexicanos. Suele estar en el lugar dos o tres. La corrupción amplifica las tragedias públicas y las lacras sociales. Las víctimas ven agrandado su dolor y agravio debido a la corrupción.

Esta se combina en todo el catálogo de problemas públicos, lo que erosiona la capacidad y legitimidad del Estado para hacerles frente. Por eso la inversión en mitigar este mal y sus impactos es doblemente necesaria en tanto que representa una forma de combatir simultáneamente otros problemas de consideración. Este ángulo es frecuentemente soslayado entre los estudios de corrupción.

2) Corrupción y percepción. La percepción sobre corrupción se afecta por la afinidad ideológica de las personas. Así, la indignación se vuelve selectiva, lo que puede amplificar la percepción de gravedad y frecuencia de corrupción entre personas y partidos con diferentes preferencias políticas. De igual manera, se pueden minimizar las faltas reportadas sobre el partido político, dirigentes o militantes de sus simpatías.

Este sesgo subjetivo sobre la corrupción ajena es más usual en contextos altamente polarizados como el de nuestro país, lo cual impone mayor presión sobre las instituciones que buscan prevenir o perseguir a la corrupción. Esto implica un desgaste constante derivado de que siempre habrá un sector numeroso que acuse que no están haciendo su trabajo en tanto que no se persigue a quienes mantienen preferencias distintas o ser menos estrictos con aquellos de su preferencia.

3) La “cultura de la denuncia” frente a la impunidad. En los últimos tres años se ha reducido drásticamente el porcentaje de personas que le encuentran algún sentido a denunciar actos de corrupción: apenas más del 10% cree que tiene alguna utilidad. En un país con una cifra negra tan alta de delitos que ni se denuncian ni se persiguen, la única forma de estimular la denuncia es hacerla más sencilla, menos gravosa, evitar la revictimización. En síntesis, es preciso hacerla más eficaz.

4) La percepción de corrupción como fenómeno fluctuante. Entre 2019 y 2023 se redujo la percepción de frecuencia de casos de corrupción. Cuando se agrupan las respuestas de “siempre” y “casi siempre” podemos observar un 88% en 2019 y 67% en 2023, luego de transitar por 92% (2020) 90% (2021) y 86% (2022). La victimización, obviamente directa, de corrupción se redujo del 14% al 9% en el último año. También hay que alertar sobre la incidencia, que pasó de 1 de cada 10 a 4 de cada 10 en el mismo periodo.

@RubenAguilar

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