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“Nunca me digas que no puedo”: Xóchitl Gálvez

por Marcos Pérez Esquer

Toda una bocanada de aire fresco ha representado la llegada de Xóchitl Gálvez a la contienda por la Presidencia de la República. Quién hasta hace muy poco se veía compitiendo por la Jefatura de Gobierno de la Ciudad de México -con amplias posibilidades de triunfo, por cierto-, en cosa de unos cuantos días se colocó como la principal apuesta de la oposición por la primera magistratura del país.

Xóchitl ha despertado en un gran segmento de la sociedad, la esperanza de que se pueda construir un proyecto con posibilidades reales de vencer al oficialismo en 2024, y corregir la ruta de desastre en la que Morena ha puesto al país.

Y no es que entre quienes ya habían levantado la mano para encabezar ese esfuerzo no haya buenos perfiles; no, pero desde mi punto de vista, ninguno había logrado avivar los ánimos del electorado como lo ha hecho Xóchitl.

Personajes como Santiago Creel, por ejemplo, son de gran valía, su experiencia es amplia, y sus aportes irrebatibles, menciono dos: 1) Su paso por el IFE, primero, y por la Secretaría de Gobernación, después, fueron fundamentales para la transición a la democracia; y 2) Su liderazgo como senador fue central para logar la gran reforma de los derechos humanos de 2011, y para que la misma tuviese el calado profundo que ha llegado a tener. Ya solo por estos dos aportes, Santiago Creel merece todo el reconocimiento y el agradecimiento de las y los mexicanos.

Y están también algunos perfiles de origen priísta, personas de las que no podríamos tener sino la mejor de las opiniones; me refiero a Beatriz Paredes, a Enrique de la Madrid, a Claudia Ruiz Massieu, y a José Ángel Gurría.

Pero hay que decirlo, ninguna de ellas ha logrado emocionar al electorado -al menos no hasta ahora-; y emocionar al electorado en indispensable para ganar los comicios; el talento y la capacidad no bastan, hay que tocar al alma de la gente, apasionarla, entusiasmarla, y eso es lo que sí está logrando Xóchitl.

Xóchitl tiene talento y capacidad probada, sí, de hecho, es ingeniera especializada en innovación tecnológica e inteligencia artificial, pero también empatiza con la gente. Proveniente de una comunidad indígena (otomí), sumida en la pobreza extrema, tuvo el temple, la determinación y la perseverancia, para salir de esa situación, y con enormes dificultades económicas educarse hasta el nivel superior para convertirse luego en una exitosa empresaria constructora de edificios inteligentes y sustentables. Así, su origen la conecta con el pueblo, y al mismo tiempo, su éxito profesional hace que el empresariado la vea con buenos ojos.

Su vida es pues, ejemplo de superación frente a enormes adversidades, pero también ejemplo de solidaridad, porque ha dedicado denodados esfuerzos durante años, para mejorar la vida de los pueblos y comunidades indígenas, y la situación de las mujeres en México.

Su experiencia de vida contrasta con el origen económicamente holgado y favorecido del que provienen las “corcholatas” de Morena con mayores posibilidades como son Sheinbaum y Ebrard Casaubón, y derriba la narrativa obradorista de hacer pasar a las corcholatas como personas “del pueblo” frente a los “fifís de la derecha”. En este escenario tal narrativa se invierte; es Xóchitl la cercana al pueblo, la que lo conoce bien, la de origen humilde que con gran tenacidad alcanzó una ejemplar superación personal, mientras que Sheinbaum y Ebrard se quedan en el rol de los fifís que hablan desde su situación de privilegio, y en calidad de políticos de siempre, sin mayor mérito.

En estos tiempos, ser mujer también juega a su favor, y no se diga su fama de incorruptible y de “echada para adelante”, así como su condición de no militante, porque, si bien es cercana al PAN, nunca ha militado en partido alguno, lo que le facilita allegarse el respaldo de simpatizantes de todos los partidos de oposición, e incluso de votantes de Morena ahora dubitativos o francamente arrepentidos, máxime cuando entre sus atributos está también el de ser “pro derechos”, nada que ver con el conservadurismo de derecha.

Lo cierto es que con Xóchitl hay oposición, y hay opción. Sus posibilidades son reales. Cuando hasta hace unas semanas, la de 2024 parecía una elección cantada a favor de Morena, hoy Xóchitl Gálvez ha venido a poner la moneda en el aire.

Con esos méritos, cobró el mayor de los sentidos la respuesta de Xóchitl a Sheinbaum, cuando esta le dijo que no cualquier mujer podía ser presidente, a lo que aquella, con el respaldo de su trayectoria le contestó: Nunca me digas que no puedo.

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