Demografía y Desarrollo siempre son y serán temas pendientes en la agenda pública del color político que sea. En este tenor, hace poco el colega Isaac Katz en el periódico El Economista nos actualizó algunas cifras demográficas titulando su artículo, “País de viejos pobres”.
Lo anterior me hizo rememorar mi estancia en los ochenta cuando trabaje en la Dirección General Noroeste del Inegi, en la que me toco coordinar las estadísticas demográficas relacionadas con los hechos vitales.
Dicha información administrativas de los hechos vitales abarcan cinco registros: nacimientos, defunciones, matrimonios, divorcios y muertes fetales, uno de los cuales sobresale en este artículo en comento.
Ciertamente, el tema de los nacimientos en México ligado a la tasa de fecundidad ha pasado de casi 7 hijos por familia en los sesenta a 2.08 hijos en 2021. Esta, sin lugar a dudas, es una caída profunda que no debemos soslayar.
Luego entonces, pasamos de registrar 2.4 millones de nacimientos en 1992 a 1.1 millones el 2021 con pandemia incluida, acompañados además de una menor mortalidad y mayor esperanza de vida, lo que se traduce en un paulatino e irreversible envejecimiento poblacional.
He ahí la razón de que Katz haya llamado a su artículo, un “País de viejos pobres” ya que para 2050 (en menos de 30 años) la población joven hasta los 15 años solo serán el 15% de la total a diferencia de la de 65 años y más arriba de 40%.
Acá o aquí es cuando la puerca tuerce el rabo y realmente hay poca conciencia del gran reto que implica para un país como el nuestro en tres temas de varios: educación, salud y medio ambiente, léase recursos naturales escasos.
Esta dinámica demográfica vista desde la salud implica el reto de las pensiones, las enfermedades crónico-degenerativas y los cuidados del adulto mayor; no se diga la nómina e infraestructura física.
En materia de educación, la pirámide es muy clara: menos niños y más adultos mayores lo que implica mayor capacitación de maestros en la educación media y sobre todo la superior.
Tiene razón Katz al señalar el descuido y la negligencia de la 4T en estos dos rubros por donde los quieran mirar, puro desmantelamiento poca descentralización; mucho ruido y pocas nueces.
Como país somos de los últimos de la tabla de la OCDE, vamos a la cola en gasto por alumno y de los peores presupuestos en el tema de salud incluso en países similares al nuestro de la América Latina.
La escolaridad promedio no llega a 10 años ni en hombres ni en mujeres y es poco para el capital humano requerido en este siglo XXI, y no se ve por ningún lado que a nuestras autoridades federales les preocupe.
El desperdicio de la ventana de oportunidad demográfica de la que tanto se habló hace 20 años y de nuevo en cinco años termina y de nueva cuenta empieza a aumentar el índice de dependencia.
Conclusión: no queda de otra que volver a crecer y recuperar el tiempo perdido y el ingreso per cápita promedio por lo que nos urge: inversión, confianza, empleo, estado de derecho para empezar y buenos candidatos a la altura de estos retos.
He dixi.