No existe una fecha en particular para conversar con las personas que quieres sobre aquello por lo que estás agradecido, si bien, las fiestas decembrinas son el marco tradicional para ello pero, ¿y?, ya pasaron, y quizás sigas agradeciendo por situaciones, momentos y personas.
Si no sabes cómo hacerlo, podrías intentarlo con las personas que tienes cerca, platicar de aspectos importantes en este momento, como la salud, la familia, detalles de la vida cotidiana como ver una película o la comida que han disfrutado.
Los investigadores en psicología reconocen que tomarse un tiempo para agradecer tiene beneficios para la salud. La gratitud no solo va acompañada de más optimismo, menos ansiedad y depresión, y un mayor logro de metas, sino que también se asocia con menos síntomas de enfermedad y otros beneficios físicos.
En los últimos años, los investigadores han estado estableciendo conexiones entre la experiencia interna de la gratitud y la práctica externa del altruismo.
Christina Karns escribe que, como neurocientífica, está particularmente interesada en las regiones y conexiones del cerebro que apoyan la gratitud y el altruismo.
En investigaciones suyas y de otros colegas han descubierto que las personas más agradecidas tienden a ser más altruistas.
Los participantes de su estudio realizaron una actividad de donación en el escáner de resonancia magnética. Observaron cómo la computadora transfirió dinero real a su propia cuenta o a la cuenta de un banco de alimentos local.
A veces podían elegir si dar o recibir, pero otras veces las transferencias eran como un impuesto obligatorio, fuera de su control. Especialmente queríamos comparar lo que sucedió en el cerebro cuando un participante recibió dinero en lugar de ver dinero entregado a la caridad.
Resulta que la conexión neuronal entre gratitud y dar es muy profunda, tanto literal como figurativamente.
¿La práctica te hace altruista?
El cerebro humano es sorprendentemente flexible. La ausencia de audición en alguien que nació sordo abre un espacio en el cerebro que habría procesado el sonido para, en cambio, tratar con otra información sensorial, como el tacto. Los neurocientíficos llaman a esto plasticidad.
Las prácticas de la investigadora han llevado a sus grupos a escribir diarios sobre gratitud, mismo que pareció funcionar. Ella explica: “El solo hecho de mantener un relato escrito sobre la gratitud llevó a las personas a informar que experimentaron más emoción. Otro trabajo reciente también indica que la práctica de la gratitud hace que las personas apoyen más a los demás y mejoran las relaciones”.
Tomando en consideración vivencias y experiencias compartidas en grupo, la especialista destaca que practicar la gratitud cambió el valor de dar en la corteza prefrontal ventromedial. Cambió el tipo de cambio en el cerebro. Dar a la caridad se volvió más valioso que recibir dinero usted mismo. Una vez que el cerebro calcula el tipo de cambio, se le paga en la moneda neuronal de recompensa, la entrega de neurotransmisores que señalan el placer y la consecución de objetivos.
Por lo que concluye que, en términos de la respuesta de recompensa del cerebro, realmente puede ser cierto que dar es mejor que recibir.
Fuente elfinanciero.com.mx